32. Bisturí

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Zass llegó a la sala de ejecuciones y al entrar, observó la tremenda matanza que Azel había hecho horas antes

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Zass llegó a la sala de ejecuciones y al entrar, observó la tremenda matanza que Azel había hecho horas antes. Había decenas de muertos degollados y policías tirados por los escalones. Al mirar al frente, Zass vio a Lucía atada a la camilla donde a Connor le administraron la inyección letal.

- Te he visto en mejores condiciones.- dijo Zass mirando a Lucía mientras pasaba por encima de una pila de cadáveres.

Cuando llegó al escenario, trepó con ambas manos y se colocó frente a la policía. Lucía apartó su mirada, evitando el contacto visual.

- Azel quiere que te lleve con ella. No sé que tendrá pensado hacer contigo pero... yo no hago preguntas.

Zass comenzó a desatar la muñeca derecha de Lucía, pero cuando estaba a mitad proceso, recibió un contundente golpe en la sien. De alguna forma, durante el tiempo que había estado sola en aquella sala, Lucía había logrado liberar su mano izquierda y Zass no se había percatado de ello.

Cuando Zass estaba aturdido por el golpe, Lucía le pateo el pecho con la planta de su pie derecho y Zass cayó desde lo alto del escenario contra el suelo. Lucía terminó de liberar su mano derecho y salió corriendo en dirección contraria a donde se encontraba Zass, hacia los pasillos de donde habían salido los doctores junto a Connor.

Zass se levantó de un salto y volvió a trepar al escenario mientras se reía a carcajadas.

- ¿Sabes que ahí no hay salida verdad?- gritó Zass mientras entraba en el pasillo.

El pasillo era largo y estrecho y a ambos lados nacían habitaciones médicas, pobladas por todo tipo de material médico y herramientas. En aquellas habitaciones se las hacían las últimas pruebas sanitarias a los condenados a inyección letal.

Al final del pasillo había una rígida puerta metálica con bloqueo electrónico. Para cruzar aquella puerta había que tener una tarjeta magnética que tan solo los médicos de mayor rango tenían, por lo que Lucía debía estar escondida en alguna de aquella habitaciones.

Un total de cinco habitaciones contó Zass antes de adentrarse en la primera. Miró debajo de la camilla y abrió todos los pequeños armarios. Allí no estaba Lucía.

- Una de cinco. Ya solo quedan cuatro Lucía. Sal ya antes de que yo te encuentre.

Zass entró en la segunda habitación que se encontraba a su derecha y tras revisarla al completo no encontró a Lucía. Allí tan solo había una camilla y material médico.

- ¿Por qué no te entregas y haces esto más fácil? Te voy a encontrar de todos modos.- dijo Zass mientras entraba a la tercera habitación, que también estaba vacía.

Salió al pasillo y observó las dos últimas salas que le quedaban, una a cada lado del pasillo.

- ¿Sabes una cosa? La gente como tú me pone enferma. Obsesionados con hacer el bien, con ayudar a los demás... como si por eso fuerais a ser recordados. Creéis que por salvar un par de vidas y detener a algunos criminales seréis héroes, recordados por siempre. Es absurdo. Jodidamente absurdo.

Zass entró a la cuarta habitación y tras verla también vacía, dio una contundente patada a la camilla, volcándola. Salió al pasillo y se colocó frente a la puerta.

- La gente no recuerda los favores... no agradecen el bien. La gente recuerda el dolor, el sufrimiento, la angustia... Todo el mundo sabe quien es Charles Manson, pero nadie sabe el nombre del policía que le detuvo. Lo cierto es que tras tu muerte, después de una vida entera dedicada a los demás, nadie te recordará... mientras que mi legado durará décadas. Todos sabrán quien fue Zass.

Cuando Zass entró a la quinta habitación vio a Lucía al otro extremo de la sala, con un bisturí en su mano derecho.

Zass soltó una histérica carcajada.

- ¿Quieres asustarme con eso? Me he sacado mocos más grandes. Suelta eso antes de que te hagas daño.

Comenzó a acercarse despacio a Lucía, mientras esta sostenía firme la pequeña pero afilada herramienta. Cuando Zass se encontraba a poco más de un metro, la criminóloga alargó su mano derecha, apuntándole con la punta del bisturí.

- Venga ya, suelta eso. No hagas esto más largo.

- No des un paso más o te lo clavo.

- Que poco convincente suena...

- Te mataré si es necesario.

- ¿De verdad crees que podrías hacerlo? Que optimista. Debes ser de esas que siempre compran lotería.

- Deja de decir gilipolleces. Vete.

- Viene en el pack, querida. Mascara, gilipolleces y culito prieto.

Lucía tragó saliva mientras Zass se le acercaba cada vez más. Finalmente lanzó un potente tajo, pero Zass lo esquivó sin demasiada dificultad y le propinó un duro codazo en la nariz. Su cabeza rebotó contra el armario de metal que tenía a sus espaldas y cayó de rodillas. Tras unos segundos de mareo, Lucía se reincorporó y trató de clavar el bisturí en el muslo de Zass pero este volvió a esquivarle y le dio una patada en la mano, haciéndole perder el bisturí, para después golpear la mandíbula con la punta de su bota.

Lucía cayó al suelo de bruces, con una de sus palas partidas por el impacto. Zass se agachó y cogió el bisturí con su huesuda mano. Se colocó detrás de Lucía y le estiró de la melena, haciéndole mirar al techo. Con el pelo de Lucía entre sus dedos, Zass acercó su nariz y aspiró una gran cantidad de aire, llenando su olfato del olor que desprendía el cabello de Lucía.

- Lo cierto es que eres bastante guapa.- dijo Zass deslizando suavemente el filo del bisturí por la mejilla derecha de Lucía.

Con un brusco movimiento que Zass no esperaba, Lucía sacudió contundentemente su cabeza hacia atrás, golpeando duramente la barbilla del asesino. Este reculó varios pasos hacia atrás y con un hábil movimiento Lucía le arrebató a Zass el bisturí, para justo después clavárselo en su mejilla derecha, atravesando su boca de lado a lado. Lucía recibió un duro puñetazo en la sien que le hizo caer de nuevo, chocando contra la camilla.

Zass agarró el mango del bisturí y lo arrancó de su mejilla con un brusco tirón. Una enorme cantidad de sangre salía del orificio, llenando los dientes y boca de Zass de sangre. Escupió varias veces al suelo mientras reía mientras Lucía gateaba por el suelo tratando de huir. El pie derecho de Lucía fue agarrado por Zass, que no dejaba de reír y recibió un profundo tajo en la parte trasera de su muslo. La criminóloga chillo de dolor y Zass le dio un duro golpe en la nuca con su bota. Tras esto, Lucía quedó inconsciente sobre el suelo.

Zass pasó por encima de ella, con su boca cada vez más llena de sangre y entró en una de las salas donde recordaba haber visto una silla de ruedas. Tras encontrarla, la colocó en el pasillo y cogió a Lucía en brazos, para después sentarla todavía inconsciente en la silla. Ató las correas alrededor de las muñecas de Lucía y empezó a empujar de la silla. Debía entregársela a Azel.

 Debía entregársela a Azel

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Está entre nosotros : SCAVENGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora