6. Interrogatorio

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Más de cinco coches de patrulla se colocaron enfrente del pub Gretia, con sus luces encendidas y las sirenas sonando al máximo volumen

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Más de cinco coches de patrulla se colocaron enfrente del pub Gretia, con sus luces encendidas y las sirenas sonando al máximo volumen. Los civiles que se encontraban a las afueras de la discoteca, se hicieron a un lado, mirando atentos a aquello que ocurría.

Decenas de policías bajaron de sus coches y comenzaron a apuntar firmemente hacia la puerta de entrada. Al centro del pelotón, sosteniendo una escopeta de gran calibre, se encontraba el comisario Bertrand. Pasaron largos minutos en Los que nada ocurría, hasta que finalmente las puertas comenzaron a abrirse lentamente. Y por fin, aquello que parecía imposible, estaba ocurriendo... Lucía salía de la discoteca, sujetando a Zass por su hombro, mientras este tenía sus muñecas esposadas.

Multidud de flashes iluminaron las puertas del pub, pertenecientes a periodistas y reporteros de todos los periódicos, tanto nacionales como internacionales. La detención de Zass, o "el hombre de las mil caras" era una noticia de alivio para todo el país estadounidense.

Varios policías se acercaron a Lucía y agarraron a Zass, para posteriormente arrastralo hacia el interior de un jeep blindado, mediante el cual se le transportaría a comisaria. Lucía tenía sus ojos clavados sobre él, sin entender todavía las causas de por qué había sido tan fácil atraparle. Justo cuando Zass estaba siendo forzado a sentarse en el jeep, este miró fijamente a Lucía, estableciendo contacto visual entre ambos. Zass le guiñó el ojo y movió sus labios lentamente, para después ser finalmente empujado al interior del vehículo. Tras esto, Lucía quedó totalmente confundida. Había conseguido leer sus labios y estaba totalmente segura de que había dicho "gracias". Todo aquello pintaba demasiado mal. No sabía el qué, pero estaba segura de qué Zass tramaba algo detrás de su detención.

Mientras seguía calentándose la cabeza, el comisario Bertrand le puso la mano sobre el hombro.

- ¿Cómo lo has hecho?- preguntó seriamente.

- ¿El qué?

- Detenerle.

- No fue mérito mío. Él se entregó.- contestó Lucía.

- ¿Y cómo diablos sabías que estaría aquí?- preguntó Bertrand elevando el tono.

Lucía se disponía a responder mintiendo, pero sabía que no serviría de nada. Debía contarle a Bertrand que Zass visitó su casa una semana atrás, aunque eso le costara otro parte disciplinario por ocultar una información tan importante.

- Hace una semana...

- ¿Sabes qué? Prefiero no saberlo. Me huelo que lo que estabas a punto de contarme podría costarte una buena sanción o incluso el despido, asique mejor me limitaré a darte las gracias. Has hecho un gran favor al país esta noche.

- Gracias.- contestó Lucía.

- Pero... creo que deberías apartarte un tiempo de este caso. Ya está detenido y es gracias a ti, del resto nos encargaremos nosotros.

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