4. Fiesta

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Decenas de coches policiales aparcaron bajo las casas de Ben y Bastian, tras la llamada de Lucía

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Decenas de coches policiales aparcaron bajo las casas de Ben y Bastian, tras la llamada de Lucía. Analizaron las dos escenas de crimen y determinaron que, aunque Lucía había intervenido directamente en la muerte de Bastian, era obra del Hombre de las Mil Caras. Lucía alegó estar bajo coacción y amenaza y eso tan solo le costó un parte disciplinario.

Encontraron a Bastian muerto sobre la silla, tal y como Lucía lo había dejado, pero en cuanto a la familia de Ben, habían encontrado a los tres sentados en el sofá, Ben y su mujer con un disparo en la frente y Joanna con un disparo en su nuca. Zass se había tomado la molestia de sentar a los tres en el sofá y como era de costumbre, los tres presentaban trozos de su rostro extirpardos.

Lucía se encontraba sentada sobre la repisa de una ambulancia, mientras un auxiliar de enfermería revisaba que todo estuviera correcto.

- Estoy bien, de verdad.- dijo Lucía cuando el chico se disponía a oscultarle.

Este asintió con una sonrisa y se introdujo en la ambulancia. Lucía se levantó y comenzó a andar hacia su jefe, el coronel Bertrand.

- ¿Puedo irme ya?- preguntó Lucía con la mirada fija en los ojos de su jefe.

- Si vuelve a ponerse en contacto contigo, contáctanos al instante. No vuelvas a actuar por tu cuenta. Esto se te queda grande.- contestó Bertrand girándose.

Lucía aguantó las ganas por insultarle y escupirle en la cara y se dio medio vuelta también. Caminó hacia su coche y entró en él. Quería llegar a casa y descansar. Quedaban pocos días para la fiesta.

Lucía bajó del coche y miró a aquel gigantesco club

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Lucía bajó del coche y miró a aquel gigantesco club. Cientos de jóvenes vestidos con todo tipo de disfraces de Halloween estaban repartidos a las afueras de este, bebiendo alcohol y riendo entre ellos. La muchedumbre presente ya le causó a Lucía un notable agobio y eso que todavía no había entrado al recinto. Sacó de la guantera una careta de Jason Vorhees y se la puso. Comenzó a caminar entre la enorme multitud, haciéndose paso hacia la entrada del club.

Cuando llegó hasta la puerta, un enorme vigilante de seguridad se interpuso entre ella y la entrada.

- ¿Y tu entrada?- preguntó el vigilante con una terca voz.

Lucía rebuscó en sus bolsillos y sacó de ellos su placa de identificación.

- Justo aquí.

El vigilante tragó saliva y se hizo a un lado.

Al entrar en el club, una fuerte música electrónica inundó sus sentidos. Todo estaba oscuro y únicamente era iluminado por luces de neón que cambiaban constantemente de color. Una vez dentro, retiró su mascara y comenzó a buscar a Zass entre la multitud. Pero la gente saltando y moviéndose de un lado para otro no le ayudaba en absoluto. Se deslizó entre la muchedumbre tratando de llegar al centro de la sala, ya que pensó que desde allí tendría una buena posición para ver a Zass.

Pero mientras caminaba hacia su objetivo, vio un rostro que le hizo detenerse en seco. Al detenerse y mirarlo fijamente, pudo percatarse de que se trataba de Zass, que le miraba a los ojos directamente, mientras se encontraba de pie sin mover ni un solo músculo. Lucía colocó su mano sobre la pistola que guardaba en su bolsillo y apresuró el paso para tratar de alcanzarle. Pero sin embargo, la espesa multitud provocaba que dejara de ver a Zass durante algunos instantes. Lucía empujó violentamente a una chica que bailaba alegremente e hizo que su vaso se derramara sobre el suelo. Esta chica se quejó e insulto a Lucía, pero esta estaba demasiado ocupada para prestarle atención. Cuando consiguió deshacerse de la multitud y tuvo un hueco para observar, Zass había desaparecido de donde se encontraba.

- Mierda...- dijo para si misma Lucía.

Pero de pronto, notó como una fría mano rodeaba la suya y le hacía girar sobre si misma. Al hacerlo, observó frente a ella a aquel rostro que tantas desgracias le había provocado.

- ¿Me concede un baile?- preguntó Zass acercándose a Lucía.

Lucía empujó a Zass y llevó su mano hacia la pistola, pero enseguida Zass le pidió calma con las manos y señaló hacia su derecha.

- Ey, ey, ey... calma... ¿Ves esa pareja de ahí? Observala bien.

Al mirar donde Zass señalaba, vio a dos jóvenes que se encontraban abrazados, pero al fijarse con detenimiento, pudo apreciar que el chico sostenía una navaja apoyada sobre la cadera de la chica.

- Bien... y mira allí.- dijo Zass señalando a otra pareja.

En esta ocasión, la chica era la que mantenía el filo de una navaja apoyado sobre el vientre de un hombre.

- Si me matas o se te ocurre hacer algo inapropiado... esos dos civiles morirán... ¿Lo captas?- preguntó Zass.

Lucía asintió con rabia y escupió sobre el rostro de Zass. Este sonrío y retiró la saliva de su cara con sus dedos, para luego introducirla en su boca.

- Bien... Pues ahora, bailemos.

 Pues ahora, bailemos

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