8. Mascara

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- ¿Cómo has dicho?- preguntó Connor sentándose en el colchón

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- ¿Cómo has dicho?- preguntó Connor sentándose en el colchón.

- Pues eso, que me esperaba a alguien más... no sé. Seguro que podría haber elegido a alguien mejor que tú, sin ofender.

- Veo que la conoces.- dijo Connor mirándole fijamente.

- Bueno... no la conozco físicamente, murió hace cuarenta años y yo tan solo tengo veintisiete. Mi madre si que la conoció en persona.

- ¿Y qué tienes tu qué ver con ella? ¿El hecho de que estés en mi celda es a propósito?

- Es una larga historia... Y respecto a la segunda pregunta, sí. Ella movió los hilos para que me colocaran en tu celda... ¿Cómo? No tengo ni puta idea, me dijo que me entregara a la Policía y que ya ella se encargaría de juntarme con su portador. Y tal y como prometió, aquí estamos.

- ¿Una historia larga? No tengo nada mejor que hacer en todo el día. Cuéntame qué tienes que ver con Azel Roth y porque te has dejado atrapar para estar junto a ella.

- Tienes huevos hijo... creo que empiezo a entender porque te eligió a ti. Está bien... te lo contaré. Mi madre y Azel pertenecían a una especie de...

- ¡Zass!- gritó una voz procedente del exterior de la celda, interrumpiéndolo.

Un policía se encontraba de pie frente a la celda, agarrando dos barrotes con sus manos.

- ¿Qué quieres? Estaba hablando con mi nuevo colega.

- Sal.- dijo el policía con un tono de voz serio y plano.-

Zass se levantó y tras mirar a Connor, se encogió de hombros.

- Estira los brazos.- dijo el policía mientras sacaba las esposas de su cinturón.

Zass hizo lo que se le ordenó y fue esposado. Las puertas de la celda se abrieron tras introducir la llave electrónica y tras cerrarla de nuevo, el policía comenzó a arrastrar a Zass por el largo pasillo.

Al levantar la mirada, Zass observó lo increíblemente alto que era aquel bloque de celdas. Al menos siete pisos de celdas se hallaban sobre su cabeza, comunicados entre si mediante escaleras metálicas. En aquel bloque debía haber varios cientos de presos y en la prisión había un total de tres bloques igual que aquel. Sin duda, era una prisión gigantesca.

- ¿Vas a cachearme guapo?- preguntó Zass- Creo que tengo una katana dentro de los calzoncilos.

El policía soltó una breve risa.

- Dentro de poco se te irán las ganas de hacer bromitas.- contestó el policía justo en el momento que salían del pasillo.

Caminaron a través del comedor central, donde más de cincuenta presos estaban comiendo a aquella hora. Muchos grupos de presidiarios que charlaban tranquilamente se quedaron callados al notar que pasaba Zass por su lado. El respeto y temor que el hombre de las mil caras causaba incluso entre las personas más peligrosas del país era digno de asombro. Ante esto, una sonrisa burlesca se dibujó en las mejillas de Zass.

Está entre nosotros : SCAVENGERWhere stories live. Discover now