Capitulo 27

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Las enormes puertas permaneces abiertas y las ventanas han atrapado los rayos del sol al amanecer. La iglesia no es más que un derrumbe olvidado y las piedras han adquirido colores grises y cafés. Es Chase quien se abalanza a Deimon y ambos se abrazan con fuerza y seguido de ello los chicos se unen a su abrazo. No estoy muy segura de lo que hare pero Rein me mira sabiendo lo que hare y su mirada cruza de la mía a ellos.

El Grimorio sigue teniendo el mismo tacto y las hojas se han puesto más amarillentas y duras, el brillo de las alas y el pentágono en la portada hace que mi corazón lata más rápido y que con deseo quiera pasar mis dedos por este. Pero no me atrevo.

Tomo un rápido suspiro y aunque mi pulso está aumentando a cada segundo mi decisión está fijada en mi mente. Y solo por una vez los miro.

Están todos juntos, felicitándose por haber logrado la captura del grimorio y mi corazón se hace chico. No me había dado cuenta que había pasado tantas cosas gracias a ellos. Jamás había valorado lo que eran y lo que nos unía. Había deseado un cambio que no me di cuenta que lo que nos juntaba era lo que eran, unos demonios.

No es hasta que Rein me da un leve empujón con su cuerpo cuando noto que es lo que se ha deslizado por mis mejillas. Mis ojos se han cristalizado y mis lágrimas calientes se han deslizado y han caído sobre el libro. Sonrió una última vez y me los veo. Nunca iba a olvidarlos, ni las locas locuras que habían hecho, provocando el terror en mí y causando conmoción en la preparatoria, las burlas hacia mí y cuan malos prejuicios tenían sobre ellos. Sorbo de mi nariz y asiento a Rein.

Estoy lista.

Así que muy silenciosamente giro sobre mis talones y comienzo a caminar hacia la entrada. Rein ha abierto sus alas y casi estoy segura que vamos a volar, pero el dolor en mi pecho también comienza a crecer, por lo que aun con el miedo, me lo trago.

Mis manos permanecen aferradas en el libro y cierro los ojos para no detenerme a pensar en lo que sucederá después.

Y entonces, algo cambia.

Una mano se ha corrido hasta mi muñeca y me rueda sobre mi misma. El pecho firme y cálido me recibe con fuerza y cuando abro los ojos descubro a Deimon rodeándome con sus brazos.

—Lo logramos—susurra en mi oreja haciendo que su aliento golpee mi cuello y hace que me recorra la piel con un escalofrió.

Quiero contestarle pero se aparta solo un momento de mí para verte. Sus ojos se abren de golpe cuando ve que mis lágrimas siguen resbalándose por mis mejillas.

— ¿Eh? ¿Qué pasa?—me pregunta.

—Es solo que me ha dado alegría eso es todo—mascullo y Deimon se lo cree. Los chicos se acercan a mí y me sonríen con delicadeza. Ninguno parece pensar en lo que se avecina. Los monjes que parecían vigilar el lugar se han esfumado y ahora el eco de nuestras voces es lo único que nos interrumpe, sin embargo sé que esto no ha terminado. Un crujido saca a todos de lugar cuando notamos a alguien en el altar y mi corazón late frenéticamente contra mi pecho. Se nota a leguas que es alguien que no es de este mundo. Su cabello blanco llega hasta los hombros y sus ojos son de un tono carmesí. Mis sentidos están muy agudos por lo que siento una densas energías malignas sin embargo parecen evitarme a mí.

Deimon enciende una de sus manos pero rápidamente y sin saber muy bien cómo, hago que se apague.

El hombre tiene cejas pobladas y esta vestido con una armadura que luce bastante fuerte.

—El grimorio...—es solo un sonido el que invade la iglesia sin embargo solo ha sido a quien ha llegado el mensaje.

—El grimorio, tráelo aquí guía— El sonido de su voz toma un poco más de fuerza y extiende su mano hacia mí. Sus uñas son tan largas como las de un animal sin embargo sé que no va a dañarme.

DeimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora