Capitulo 3

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—Joder— murmure de nuevo cuando los chicos anotaron otro punto en voleibol.

Deje caer la cabeza y tome aire tratando de que mis pulmones pudieran tomar todo el aire posible, lleve mis manos a mis caderas y retuve el aire en mis pulmones, unos segundos después los deje expulsar.

Un carro. Los Stephens. Yo. Juntos.

Abrí mis ojos y tome mi botella de agua. La liga que estaba agarrando mi cabello me estaba matando, así que mi mano se dirigió a mi cabellera y la deslice antes de que pudiera romperme el cráneo. No podía dejar de pensar en que solo faltaban treinta minutos para que estuviera dentro de un carro con "Mrs. y Mr. Populares" me negaba a compartir un auto con ellos, es decir ¿Qué iba hablarles yo a ellos? Decirles que me alegraba que estuvieran viviendo en mi casa o agradecerles el simple hecho de que, gracias a mi padre, me dejaran irme con ellos. Era totalmente inaudito.

—Llevas maldiciendo y jodiendo toda la clase de gimnasia— Rein apareció con sus pans corto de color gris y una exuberante playera negra de tirantes que dejaba a la vista sus desarrollados bíceps. — ¿Qué te sucede? — pregunto.

—No quiero decirte— dije Naneline me indico que la siguiera pero Rein me detuvo.

—Habla Edythe—mire a Rein y lo solté — Me iré con Deimon.

Y antes de que pudiera responderme seguí a Naneline que estaba sudando por el ejercicio, ella sonreía y caminaba saltando como una pequeña niña.

—Vamos Edythe, perdimos pero debemos esforzarnos.

La mire con indiferencia y ella sonrió. Camine hacia las regaderas y con cuidado me bañe, no quería apestar si iba a estar cerca de Deimon y realmente estaba preocupada por lo que fuera pasar dentro de su carro, esperaba que ellos hablaran e ignoraran mi existencia o por lo menos pedía que ambos se fueran antes de que yo saliera.

—Eso creo— mentí, entonces la observe, parecía haber llorado.

—Tengo que decirte algo. —La mano de Naneline se cerró sobre mi muñeca y la apretó con una fuerza que nunca le hubiera imaginado. Estaba muy pálida y tenía la nariz enrojecida de tanto llorar—. Necesito que me digas si crees que estoy volviéndome loca.

Una petición bastante rara indistintamente de quién la hiciera, cuándo, dónde o cómo.

— ¿Crees que estas volviéndote loca? —le pregunté, con cautela.

— ¿Quizá? Es acerca de las desapariciones que hubo.

A Naneline se le escapó una risita entrecortada y eso me dio confianza: si era capaz de verle un lado divertido, entonces era probable que no le pasara nada grave. Eché una mirada a mí alrededor, pero el baño estaba vacío. A esas horas, podíamos estar seguras de que tendríamos las regaderas para nosotras solas durante un buen rato.

— ¿Tienes pesadillas o algo así?

—Vampiros, capas negras, colmillos y toda la pesca. —Fingió que se reía—. Nadie diría que a alguien que ya no va a parvulario pudieran seguir dándole miedo los vampiros, pero en mis sueños... Edythe, son horribles.

—La noche anterior a que yo tuve una pesadilla sobre una flor marchita —dije. Quería distraerla para que dejara de pensar en sus pesadillas y creí que tal vez ayudaría en algo compartir las mías, aunque me sintiera un poco tonta comentándola en voz alta—. Era una orquídea, o un lirio o algo así que se marchitaba en medio de una tormenta. Me dio tanto repelús, que no pude sacármela de la cabeza en todo el día.

—Yo tampoco puedo quitármelos de la cabeza. Esas manos muertas, apresándome...

—Solo piensas en esas cosas por el trabajo de Drácula —dije—. La semana que viene ya habremos acabado con Bram Stoker, ya lo verás.

DeimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora