Capítulo 34

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Durante los días siguientes no le dirigí la palabra a Zelig, todavía estaba avergonzado y explicarle todo hacía que me pusiese rojo como un tomate. Él me envió un par de mensajes y también trató de hablar conmigo, pero, como ya había dicho, lo evadía por vergüenza. Me senté a hablar de lo sucedido con mi abuelo Tom, como él y Rose eran los únicos en mi familia que sabían todo, y eran los únicos adultos con los que podía hablar sobre ese tipo de cosas, no me fue difícil explicarle todo. Por supuesto que recibí una zurra de su parte por casi hacer «cosas de adultos», tuve que llevar camisas de manga larga durante varios días para cubrir la marca que me dejó el cinturón de Tom, no lo culpo, hasta yo me molestaría si me enterara que mi hijo hace ese tipo de cosas siendo un adolescente, aunque golpearme con un cinturon de cuero estuvo de más.

El día de la feria llegó y, como parte de la celebración, el director nos dio permiso de ir disfrazados. Al principio había escogido el típico disfraz de esqueleto, pero cuando le pedí a Antje que me maquillara, terminé siendo Victor Van Dort, de El Cadáver de la Novia. Para que mi disfraz fuese más realista, Antje compró unos pupilentes color negro, ni sabía que existían, por lo que mis ojos fueron, solo por esa ocasión, de un negro satinado.

-Siempre he querido saber como te verías con los ojos de color negro. -dijo Antje mientras le daba los retoques finales al maquillaje- ¡Te ves exactamente como tu padre!

-¡Es como ver a Rob cuando tenía 15! -dijo Rose, una lágrima se le escurrió por la mejilla- Solo que más bajo, y sin gafas.

Antje y mis abuelas comenzaron a llenarme de abrazos y elogios, traté de huir de ellas, pero me fue imposible, no estuve libre si no hasta que llegó mi padre a avisar que se me hacía tarde. Fui hasta mi habitación y me coloqué el traje, me paré enfrente del espejo y contemplé mi reflejo, no es por sonar egocéntrico ni nada parecido, pero era la mejor versión humana de Victor Van Dort que haya visto jamás.

Llegué a la escuela y me dirigí como un rayo hasta mi casillero, si estaba en lo correcto, encontraría a Yale ahí.

-¿Un príncipe? -dije cuando llegué al casillero. Yale estaba vestido como todo un personaje de cuentos de hadas, con corona incluida.

-Eleonor, ella vendrá de bailarina y quiso que mi disfraz combinara. -se encogió de hombros- Aunque la camisa me da comezón.

-¿Y Valentine?

-No lo sé, no lo he visto al llegar. Pero creo que le escuché decir algo sobre un disfraz de Drácula.

-¿En serio? -alcé una ceja. Era un poco irónico que Valentine, procedente de Transilvania, el hogar del Conde Drácula, venga disfrazado del mismo.

Yale sacó unos libros y cerró su casillero de golpe. Escuché unos pasos ligeros venir a lo lejos. Dando vueltas y piruetas llegó Eleonor, vestida con un traje de bailarina color púrpura, con el cabello recogido en un moño alto y maquillada como princesa, a nuestro encuentro. Yale, quien al parecer nunca había visto a Eleonor usar un tutú y escote, abrió los ojos como platos y su rostro se volvió rojo.

-¿Qué haces vestida así? -dijo casi sin aliento.

-¿A que te refieres? ¿Algo esta mal con mi vestuario? -Eleonor dio una vuelta y trató de encontrar que estaba mal con su disfraz, pero al ver la cara de Yale entendió lo que sucedía, soltó una carcajada y tomó la mano de su novio.

-No me agrada el hecho que estés enseñando todo.

-Pero si esto lo usé para mi último recital.

-No lo recuerdo tan escotado.

-Siempre ha sido así. -Eleonor se inclinó y le plantó un beso a Yale en la mejilla, este se puso más rojo, no pude evitar reírme.

-Hola, hola, señoritas. -un chico, el cual tenía un aire muy familiar, se acercó a nosotros e hizo una reverencia, iba vestido con pantalón negro, camisa blanca de botones y un chaleco de seda negro, también traía una capa que era negra por fuera y por dentro escarlata-. Bonito disfraz Eleonor.

Como te odio [Yaoi/Gay]Where stories live. Discover now