Capítulo 3

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Evitaré contarles nuestra travesía por el parque ya que no sucedió nada interesante, salvo el hecho de que me distraje y caí de bruces en un charco.

Nota mental: admira la naturaleza de Alemania cuando no estés con un loco que no te avisa por donde vas.

Por suerte, y por obra del cielo, los libros no se mojaron, más sin embargo, mi pantalón y mi camisa, sí se mojaron, y se llenaron de barro. Muchas gracias vida, lo tenía bien merecido.

El trayecto por el parque no duro más de quince minutos, y cuando salimos de él, caminamos como por otros quince minutos hasta llegar al supermercado.

-Solo necesito comprar un par de cosas -le dije a Yale mientras le tendía los libros-. Cuídalos como si fueran tu vida -me di la vuelta y entré al supermercado.

Había mucha gente en los pasillos, y muy poca haciendo fila para pagar, me sentí aliviado, por lo menos no tardaría mucho en pagar. Saqué la lista que me había hecho Antje, la guardé en el bolsillo derecho de mi pantalón, el cual no se mojó, por suerte. Revise la lista y fui buscando en cada pasillo lo que necesitaba.

En menos de lo que canta un gallo, ya tenía todo lo que necesitaba, así que fui a pagar.

-Son diez euros -me dijo la cajera cuando llegué a la caja y me tocó mi turno- ¿Pagarás con efectivo o con crédito?

-Crédito -le respondí. Metí la mano en el bolsillo derecho, el mismo bolsillo en donde estaba la lista, pero no encontré la tarjeta, palidecí.

Vacié todo el contenido de mis bolsillos y no encontré la tarjeta. Estaba seguro que la tenía cuando salí de la tienda de libros.

-Este... -tartamudeé-. Vera, hace un momento tenía la tarjeta -la cajera me miro de arriba abajo con gesto recriminatorio-, es verdad. Ok, déjeme ver si... -revisé mis cosas, por suerte Antje me había dado veinte euros en efectivo por si quería comprarme algo-. Tenga -le tendí dos monedas de cinco euros-, con eso ya está.

Tome mis cosas y las compras y salí lo más rápido que pude de ahí. Si de verdad habia perdido la tarjeta, Antje me iba a matar.

-Estas pálido -dijo Yale cuando llegué a donde estaba él-. ¿Qué ha sucedido?

-Perdí la tarjeta -dije asustado.

-¿Cómo?

-Perdí la tarjeta -repetí.

-¿Cuál tarjeta? ¿Esta? -Yale esbozó una sonrisa, sacó la tarjeta de su bolsillo trasero y la sacudió en el aire. Lo primero que quería hacer era matarlo, pero si lo hacia después no tendría quien mi indicara el camino de regreso a casa.

-Te voy a matar, Yale -le arranqué la tarjeta de las manos-. ¿Sabes lo que me hubiera hecho Antje si pierdo esto? -señalé la tarjeta y después la guardé en mi bolsillo.

-¿Antje? Te refieres a tu madre por su nombre, ¿qué?

-Larga historia. Ahora, quiero ir a casa.

-Claro, ¿Dónde vives?

-No tengo ni idea -dije sin más. Yale soltó una estruendosa carcajada.

-Ok -dijo riéndose-, Te arrollé en el cruce que está cerca de la tienda de John, por la cara que llevabas creo que no tenías más de cinco minutos caminando, por lo que creo que vives cerca de... El Barril Rondante.

-¿Ah?

-Ven, vamos -Yale me tomoópor el brazo e hicimos el recorrido a la inversa.

Durante todo el camino no hablamos, pero cuando miraba a Yale de reojo, siempre lo veía sonriendo. No les mentiré, intenté varias veces entablar una conversación, pero no sabía de qué hablar.

Para resumir todo, porque ya me da fastidio narrar, Yale y yo nos mantuvimos en silencio, por que como ya dije, no sabía de qué hablar. El camino en sí, me pareció muy largo, creí que estábamos caminando desde Alemania hasta Canadá, sí, soy bien exagerado, pero que se le hace. Cuando llegamos al cruce donde Yale me habia arrollado, comencé a dar vueltas para recordar algo, no conseguí hacerlo, así que seguimos caminando hasta llegar a una zona donde habían muchas casas.

Giré la cabeza de lado a lado intentando recordar cómo era mi casa, pero ninguna casa se me hacía familiar, nada, estaba perdido.

-¿Y bien? -dijo por fin Yale- ¿Cuál es tu casa?

-Esto... -vacilé. Realmente no tenía ni idea- Yo... -se me vino algo a la mente-. Dejé la ventana abierta... -dije en un susurro. Recordé que mi habitación quedaba del lado izquierdo de la casa, y que al salir había dejado la ventana entre abierta.

-¿Eh?

-¡Dejé la ventana abierta! -confirmé, emocionado-. Al salir -comencé a explicarle a Yale- dejé la ventana de mi habitación abierta por que no tengo la llave de la casa -giré sobre mis talones y comencé a buscar.

-¿No tienes la llave de tu casa? ¿Es enserio, Neferet? -dijo Yale con tono incrédulo.

Volví al principio de la calle y me puse a ver las casas. Pase dos, tres, cuatro, cinco, seis casas y aún no conseguía la mía, sabía que debía ser una de las primeras, ya que no me tomó mucho llegar al cruce donde me arrollaron. Iba por la octava casa cuando choqué con una persona.

-Lo lamento -me disculpé-. No vi por dónde iba.

-¿Neferet? -había chocado con Antje. Ella traía su cabellera rubia atada en una cola de caballo, vestía con traje, pude notar que recién llegaba del trabajo-. Creí que estabas en casa -dijo mientras buscaba algo en su bolso- ¿Pudiste comprar todo?

-Si -respondí. Me alegraba ver su rostro-. Recién llego, pero...

-No sabes cuál es la casa, ¿Verdad? -sacó un llavero de su bolso.

-No -admití. Antje puso los ojos en blanco, seleccionó una llave de entre las tres que tenía el llavero, y se dirigió a la octava casa de la calle.

-He pensado seriamente en pegar un letrero que diga "Neferet, esta es la casa" -Antje introdujo la llave dentro de la perilla de la puerta, dio un giro y con un empujón abrió la puerta. Sonrió y luego giró su cabeza hacia el interior de la casa, haciéndome señas de que entrara.

-Se te olvida esto -Yale me dio la bolsa que tenía los libros. Por un momento se me olvidó su existencia-. Después dirás que te lo he robado -sonrió.

-Perdona, yo no...

-¿Quién es el, Neferet? -me interrumpió Antje.

-Ah, él es...

-Yale, para servirle, señorita -Yale se acercó a Antje, hizo una reverencia y le besó la mano a Antje-. Arrollé a su hijo -volvió a sonreír.

-¿Qué hiciste qué? -Antje abrió los ojos como platos.

-Larga historia, después te cuento -fui hasta la entrada de la casa y alejé a Yale de Antje-. Será mejor que te vayas, Yale. Te veré luego.

-No, espera, quiero... -cerré la puerta de golpe sin dejar que Antje terminara lo que iba a decir-. ¡Neferet!

-Perdona -caminé hasta el recibidor, puse las compras y los libros en el piso, y desaparecí escaleras arriba- ¡Te cuento luego! -grité cuando llegue a mi habitación.

-¡Más vale que así sea! -escuché gritar a Antje a los mil vientos antes de que la puerta de mi habitación se cerrase.

"Hey, extraño"...



Como te odio [Yaoi/Gay]Where stories live. Discover now