Capítulo 30

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Así pues, la noche del jueves 26 de octubre abrí, con la ayuda de la llave que me había dado Antje, el supuesto Salón Familiar. El salón quedaba justo debajo de la escalera, en el mismo pasillo que daba hacia la puerta del patio. La primera impresión que me llevé fue que, en sus tiempos de gloria, debió de ser un lugar muy acogedor. En lugar de una puerta convencional, tenía puertas francesas con vidrios opacos, pero, por alguna extraña razón, la cerradura era más vieja que la puerta. Inserté la llave en el ojo de la cerradura, la giré con cuidado y la puerta se abrió con un chirrido de terror. Lo primero que noté fue que el salón, o mejor dicho, la pequeña sala, pues era muy pequeña como para ser un salón, estaba amueblada, cosa que me pareció sumamente extraña debido a que los dueños anteriores a nosotros se llevaron todas sus pertenencias consigo.

El lugar no olía a humedad, pero si habían partículas de polvo en el aire. Las paredes tenían un magnífico tapíz color rojo con flores doradas, el techo, por razones muy obvias, comenzaba a inclinarse después del metro y medio de largo, al fondo, pegado a la pared, había un viejo sillón color café, enfrente de este había una pequeña y larga mesa, un perchero, tres cuadros en la pared, una cómoda color caoba, un pequeño escritorio -con varios papeles sobre él- y, en lo que se suponía debía continuar la pared, había una puerta, supuse que se trataba de un armario, uno mal ubicado, pues le restaba metros a la estancia.

-Se supone que este lugar nunca se usó -comentó un voz femenina, era Antje-. Los anteriores dueños dijeron que nunca usaron este lugar, y que los que le vendieron la casa tampoco lo hicieron.

-Quizás lo usaron hace más de tres décadas. -señalé los cuadros en la pared-. Ya se tornaron amarillo, ni se pueden ver bien las imágenes que hay detrás del cristal.

Ladeó la cabeza.

-Tienes razón. -suspiró-. Podemos conservar y limpiar los muebles, pero no el sofá, compré un sofá-cama, está al fondo, no entró en la sala de estar. ¿Quieres conservar el tapiz?

-Si, aunque habrá que limpiar muy bien y asegurarnos que nada de meta por la ventana.

-Lo dudo -rió-. ¿Qué hay en el armario?

Me encogí de hombros. Intenté abrir el armario, pero la puerta están trabada.

-No abre.

-Bueno, que Rob se encargue de revisarla, ahora, la cena este servida, andando.

A la mañana siguiente encontré a mi padre forzando la cerradura del misterioso armario de la... Del estudio, así decidí llamarlo. Se veía que llevaba tiempo ahí, pues en el piso había una caja de herramientas y todas ellas estaban regadas por ahí.

-Bien, he probado con cada una de estas herramientas y la puerta se niega a abrirse. -suspiró resignado.

-Y ¿Si llamas a un cerrajero? -propuse.

-El perilla esta muy dañada, no sé si podría hacer algo, creo que debo derribar la puerta. -chasqueó la lengua-. Es una lástima, es muy linda.

-Y ¿Si simplemente no sacas las...? -me interrumpí, cuando coloqué mi mano sobre la perilla la puerta abrió como si nada provocando que diera un salto hacia atrás del susto. Mi padre se puso de pie lentamente y, con cuidado, echó un vistazo dentro del armario.

-Solo hay... Solo hay cajas. - Suspiré aliviado-. Creo que las dejaron olvidadas aquí hace mucho, tienen telarañas y una gruesa capa de polvo.

Abrió mas la puerta, en el interior del armario, habían entre seis y cinco cajas, grandes y selladas con cinta de embalar. Tomé la caja más liviana y la dejé en el suelo, con la ayuda de un destornillador rompí la cinta.

Como te odio [Yaoi/Gay]Where stories live. Discover now