Capítulo 7

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Tardé un rato en recomponerme. La interpretación de Zelig me había alterado.

Hace un par de años atrás sucedió algo muy terrible. 

Yo tenía seis años, era un diciembre muy helado y Antje y yo caminábamos por las calles comerciales de Nueva York. Eran alrededor de las seis de la tarde, todavía habían personas rondando por la calle haciendo las compras de último momento.

A Antje solo le faltaba por comprar un pastel de chocolate para comer en la cena de navidad. Entramos en una pastelería y compramos el pastel. Como era el día mas ocupado de todo diciembre, Antje decidió que caminaríamos hasta la casa de mis abuelos paternos.

Todo parecía normal, pero cuando fuimos a doblar en una esquina un hombre salió de la nada. Al principio, Antje creyó que era un asalto, por lo que me cargó y le dio al hombre su bolso. Sin embargo, el hombre se abalanzó sobre ella y me echó a un lado, otro hombre salió de entre las sombras y me tomó por un brazo.

Comencé a llorar y Antje trataba de zafarse del agarre el primer hombre. Antje luchó, luchó y luchó, pero no puedo soltarse. Entonces, el hombre que sujetaba a Antje sacó una pistola y le apunto a Antje en la cabeza, «Si llamas a alguien...» dijo el tipo con la pistola, «¡lo mato a él!» Me apuntó. No supe que paso después, cerré los ojos y me límite a escuchar. Podía oír los gritos desesperados de Antje y la risa macabra del hombre.

Después de eso, Antje no fue la misma. Cuando intentaba acercarme, ella apartaba la mirada y se encerraba en el baño. Si le decía «Mamá», ella gritaba y me insultaba, no quería ni verme en pintura. Mi padre la llevo a terapia, pero tuve que quedarme un tiempo con mis abuelos.

«Él no tiene la culpa, solo es un niño, necesita a su madre» le decía mi padre a Antje. Las terapias no funcionaron, por lo que tuvieron que recurrir a un hipnotista para que le borraran, en cierto modo, el recuerdo de lo que paso.

Funcionó, Antje olvido por completo lo sucedido, pero yo no, aún tenía la vivida imagen en mi memoria, me atormentó durante años.

-Bien -la voz de la profesora Müller me sacó de mis pensamientos-, como sabrán, aún no he asignado los duetos de este recital, pero como por fin apareció nuestro violinista -me señaló con la batuta-, ya podré asignar de una vez por todas los duetos. -la profesora Müller se dirigió a su escritorio y tomó un porta papeles-. El primer dueto será para Cristin y Lumieg -dos chicas que estaban al fondo se emocionaron- seguido de Margo y Ludwing -un chico y una chica que tenía a mi izquierda se estrecharon la mano-, y por ultimo. -la profesora hizo una pausa y bajó el porta papeles-. Me parece conveniente usar a nuestro recién llegado y juntarlo con nuestro pianista estrella -la profesora clavó su vista en Zelig, quien estaba distraído leyendo un partitura- Señor Zimmermann -Zelig no hizo caso, seguía leyendo- Señor Zimmermann -la profesora alzo la voz.

-Como sea -se limitó a decir Zelig.

-Muy bien, entonces es oficial, el último dueto es para Zelig y Neferet.

El ensayo continuó, volvimos a tocar la novena sinfonía, y un segundo antes de que acabara la clase, la profesora dijo para que todos escucháramos:

-Practiquen en casa la Novena sinfonía, hay cosas que deben arreglar. También, necesito que para mañana me traigan, a los que les asigné un dueto, las piezas que deseen tocar. Gracias, es todo por hoy.

Salí del salón de música y fui directo al salón de biología. No tarde nada en encontrarlo, pues como había dicho Abelard, biología se impartía en la misma ala que música.

Entré al salón y busqué un asiento lo mas cerca de la pizarra que pude. En el salón habían grandes mesones en los cuales entraban de entre tres a cuatro estudiantes. En el mesón en el que me había sentado entraban tres personas, por lo que me senté a esperar a ver quiénes serían mis compañeros.

Como te odio [Yaoi/Gay]Where stories live. Discover now