Capítulo 9

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Desperté temprano por la mañana, sentí las manos entumesidas y un ligero dolor en la barbilla. Como llevaba mucho tiempo sin tocar el violín, era normal.

Antje me había gritado para que bajara a desayunar, pero me puse a practicar un poco la pieza del recital, quería demostrar que era bueno tocando el violín pese a que llevaba años sin tocarlo. Iba a mitad del ensayo cuando Antje me quitó el arco de la manos.

-Se te enfría el desayuno, y si no te apuras llegarás tarde -su tono era dulce, pero sabía que me estaba regañando, lo veía en sus ojos.

-S-Sí -tartamudeé.

Dejé el violín sobre el sofá y me senté a desayunar. Comí lentamente, Antje se desocupó y me trajo un vaso de jugo de naranja, pero lo puso sobre la mesa con tanto descuido que el vaso se volcó y me empapó los pantalones.

-Debe ser un chiste -dijo Antje, ella se había mojado la mano-. Derramar jugo por la mañana trae mala suerte -murmuró y sacudió la mano.

Quise decir algo, pero me ahorré las palabras.

-Será mejor que subas a cambiarte. Y échale alcohol a eso o las hormigas acabaran con él -Antje se sentó y se llevó una mano a la sien.

-¿Sucede algo? -me atreví a preguntar. Antje se veía cansada y tenía unas ojeras muy marcadas

-¿Cómo qué? -posó sus manos sobre su regazo y cruzó las piernas.

-Te ves cansada, ¿sucedio algo en tu trabajo? -Antje negó con la cabeza- Antje -insistí-, soy tu hijo y por ende...

-Y por ende debes ir a quitarte ese pantalón si no quieres hormigas en las piernas.

Me levanté y fui a mi habitación a cambiarme. Fue una desgracia que se ensuciaran los pantalones, pues eran mis favoritos. Abrí el ropero y comencé a buscar unos pantalones parecidos a los que tenía, por que dejen que les diga algo, yo no pierdo el estilo, además, la camisa que traía combinaba con el pantalón.

Busqué un buen rato y no encontré nada. En total tenía ocho pantalones, exceptuando el que tenia puesto, los conté, pero solo estaban siete pantalones, y entre esos siete no estaba el que yo buscaba.

-Que raro, juraría que lo vi aquí -Murmuré.

Tomé un pantalón al azar, y me saqué el que tenía. Cuando me puse el pantalón limpio fui hasta la habitación de Antje.

-Antje -toqué la puerta.

-Dime. -la voz de Antje se escuchaba distante, debía estar en su baño.

-¿Haz visto los pantalones negros que tienen un bolsillo roto?

-¿Los que te compró tu abuelo y manchaste con salsa a los dos días?

-Si, esos.

-Lo lavé y lo metí dentro de tu ropero, ¿Por qué? -Antje abrió la puerta- ¿No están ahí? -negué con la cabeza-. Deben de estar ahí.

Antje fue hasta mi habitación y comenzó a hurgar en mi ropero, sacó todos los pantalones, los contó, volvió a hurgar en el ropero, contó de nuevo los pantalones y luego me vio con mucho desconcierto.

-Estaban aquí -se dio golpecitos en los labios con la yema del dedo índice-. Los lavé -frotó ambas manos, como si lavara el aire-, los doblé -giro las manos-, y luego los guarde aquí -hizo gesto de tirar algo-. Qué extraño. -se encogió de hombros-. Después los busco, ahora apúrate o llegarás tarde.

***

-Tus pantalones se habrán disgustado contigo por que no los usas, por eso se han perdido -dijo Yale mientras abría su casillero.

Como te odio [Yaoi/Gay]Where stories live. Discover now