sesenta y siete; epithymía.

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"El arte de ser sabio es el arte de saber qué dejar pasar por alto..." William James.
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Izune Senju.

¿Cómo saber lo que está bien o mal? ¿Cómo intentar que el agujero no te lleve por mal camino? Oye, es tentador y lo sabemos. Es como un aura que te desgarra el alma y te dice "Oye, ¿Para qué seguir? ¿Siquiera importa?" Te sientes vacío, no sabes quitar las paredes e ignorar lo que está en tu cabeza.

Estás... inquieto. Te comprendo.

Hace unos minutos había llegado a mi hogar, esto luego de dejar a Shisui en el hospital a cargo de Itachi. Porque yo no me atreví a siquiera tocar su cuerpo o pedir disculpas por lo sucedido. No obstante, apenas ingresé a casa quise salir y marchar lejos. Lejos de aquí.

No ver a nadie, o explotaría de mala manera por todo. Mi vaso de agua realmente estaba llegando a su límite y me preocupaba en lo más profundo.

Sobre todo por quien estaba esperándome a por una explicación apenas puse un pie en la entrada.

¿Es el entorno? ¿O eres tú? No lo sabes, pero estás ahí. Sin embargo, no... eso no es lo peor de todo. Lo peor es sentir que la has cagado hasta el fondo y aunque hagas lo que hagas ya nada volverá a ser lo mismo.

Cuando haces daño, a quien más le duele es a ti. Quizás soy solo yo, o no lo sé. Pero todo era tan irreal que ni siquiera podía mirar directamente a quien ahora me enteraba era mi verdadero padre. Y no mi hermano.

Él hablaba, —o más bien, gritaba— él estaba frente a mí con ese semblante que siempre solía tener cuando se enfadaba y yo... joder, no oía nada de lo que estaba diciendo. Yoshiro, Ukitake, Uryu, Shisui... Obito. A fin de cuentas siempre terminaba dañando a alguien, hiciese lo que hiciese.

Pensaba en ellos todo el tiempo, siempre. Pero con todo lo sucedido hacía pocas horas y con la falta de sueño, todo parecía afectarme más de la cuenta. Sobre todo en Obito, a quien jamás quise dañar de esa manera. Pues sin él yo...

Solo era una escoria más en el mundo, una escoria con traumas por su pasado inquieto en misiones y pérdidas. Quizás ni siquiera era digna de ser llamada shinobi, siempre pensaba en los demás... pero nunca de la manera correcta y siempre terminaba en una desgracia.

No podía proteger a nadie, y era una marrana.

No, yo no debería de pensar así. Eso lo sabía con certeza. Pero sus palabras... clavaban como cuchillos. Tobirama siempre sabía como sacar lo peor de mi, y en estos momentos lo estaba logrando. Como siempre.

—Tobirama, deberías calmarte. No es momento para...

—¡Calla, Hashirama! ¡¿O acaso lo sabías tú también?! —él estaba furioso, lo sabía con certeza y no podía evitar el pegar un brinco cada vez que él alzaba su voz. Esta no era como otras veces, no... — ¡Ambos! ¡Ambos son unas basuras mentirosas e hipócritas! ¡Se han estado riendo en mi cara todo este puto tiempo y...

UCHIHAS | +16Where stories live. Discover now