cincuenta y ocho; sello {Shisui #2}

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''Es duro cuando alguien especial comienza a ignorarte, pero es más difícil cuando tienes que fingir que no te importa...'' Una noche sin café.

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Pasadas las horas, Hashirama había notado la ausencia del Uchiha en los cuarteles. Incluso si Tobirama no estaba tan al pendiente como él sobre ello, pero quizás era por haberle espiado durante mucho tiempo o tal vez por estar paranoico con todo el tema. Sin embargo, esta vez se había decidido por buscar a Izuna y hacerle algunas preguntas en vez de al otro azabache. Sin el propio consentimiento de Madara.

Si la anciana ha muerto, lo más seguro es que Madara se haya enterado. Pensó, presionando levemente sus puños para luego destensarlos. Él era cálido, no necesitaba ponerse de esa manera.

Todo estaba bajo control, y la aldea estaba en paz. A excepción de los Uchiha y sus constantes pérdidas. Sí.

Hashirama suspiró ¿A quien quería engañar? Poco a poco las cosas se tornaban... Mal. Al menos para él.

Aunque jamás imaginó que al caminar por los pasillos del nuevo clan Uchiha se encontraría con el mismo Obito, este saliendo de una manera bastante tranquila y sospechosa del santuario en dónde solían hacer reuniones los de aquel mismo clan con sus líderes.

Hashirama no demoró en fruncir el seño por ello.

El azabache ni se inmutó en verlo, solo caminaba a pasos lentos con manos en sus bolsillos y mirada algo perdida. Por ello Hashirama no dejaría pasar algo así. Su paciencia estaba siendo colmada por las posibilidades de un pasado tortuoso y un futuro inminente, así que no dudó en cuanto se posó de manera cálida, alegre y fugaz frente al Uchiha.

Óbito se sorprendió, dando así un leve brinco. Más Hashirama no quitó su vista amable ─hasta algo cínica─ sobre él y luego en el santuario tras de él.

─¡Obito! ─exclamó con entusiasmo─ Que coincidencia encontrarte por aquí ¿No deberías estar en los cuarteles? Creí que mi hermano te daría más trabajo...─preguntó, fingiendo algo de confusión mientras notaba como no había mucha gente a sus alrededores.

Óbito alzó sus hombros sin mucha importancia, aunque se estaba conteniendo y hasta sintió algo de nervios al captar su actitud tan hipócrita frente a él. Madara se lo había dicho, no debía de volverse loco y mucho menos ahora que sabía parte de su verdad.

O más de la que debería.

Pero eso no quitaba el hecho de que le ardía la sangre el ver a Hashirama tan tranquilo frente a él. Vamos Obito, piensa en Izune y relájate. Se dijo, mediando una leve sonrisa algo forzada.

Incluso si tenía un rostro bastante demacrado por el llanto y los golpes recientes de Madara.

─Se me dio por venir, mi casa ya está por ser terminada y pues... ya sabe. Una visita nunca está de más. Dudo que a Tobirama-sama le moleste.

Hashirama entre cerró sus ojos, no creyendo sus palabras en lo absoluto. Usualmente ya nada era creíble para él cuando se trataba del azabache. No al menos desde la llegada de su hermana pequeña. Óbito mentía a viva voz y aunque antes era un asco con las mentiras, cada vez iba mejorando.

Tobirama le creía sus mentiras después de todo.

─Hablo del santuario, discúlpame que te lo diga o que me entrometa pero tú no has venido a ver tu casa. ─espetó el primer hokage, esta vez notando la leve presión que los puños de Obito ejercían dentro de sus bolsillos. Obteniendo así algo de razón en lo que pensaba─ ¿Qué estás ocultando? No deberías estar en ese lugar. No te veo siendo de ese mundo, Óbito.

UCHIHAS | +16Where stories live. Discover now