sesenta y tres; amenazas {#2}.

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"La memoria de los muertos se coloca en la muerte de los vivos..." Cicerón.
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La luz del sol iluminaba todo el lugar, dejando ver lo preciosa que podía ser la naturaleza. A decir verdad, la pradera Uchiha era un lugar hermoso; cubierto de flores, tranquilidad innata y mucho pastizal vivo. Sin quitar el enorme lago al final del bosque que le acompañaba.

Desde pequeño, siempre había sido el lugar favorito de Madara. Para reflexionar, relajarse y a veces, hasta entrenar o simplemente tomar una siesta. Al menos después del río en dónde había conocido al único amigo que mantenía en secreto desde su niñez, Hashirama.

El castaño quería lo mismo que él, la paz y armonía. Eso les había unido.

Madara suspiró al recordarse, sin saber qué hacer al respecto con su extraño y único hermano quedante en su diminuta familia. Por ahora las cosas estaban tranquilas pero el azabache sabía... que no por mucho.

Kōga estaba diferente.

—¡Dara, yooooop!

Antes que el mayor pudiese voltearse al oír esa chillona e irritable voz, el pequeño de cabellos azabache ya se había aferrado a la espalda de su tío preferido con entusiasmo, quien en realidad parecía su padre a este punto de su corta vida.

—¿Qué haces aquí? Creí dejarte con Kei hace un rato...

El pequeño azabache ladeó su cabeza para luego fruncir el seño y arrugar su nariz tras soltarse de su espalda, negando así también con su cabeza sin poder explicar con palabras en dónde estaba su mujer. Apenas podía caminar y hablar nada, solo decía cosas vagas como Dara o Kei.

Irritando a Madara un poco por ello.

Incluso, hace poco le habían quitado los pañales al pobre bebé en cuanto cumplió un año. Ahora tenía uno y cinco meses, por lo que ya se le facilitaba el no hacerse en sus ropas.

Y el mayor lo agradecía, porque no era Kōga quien lo limpiaba precisamente.

—¿Cuando vas a hablar, eh? —prosiguió en batir la lengua el joven de cabellos largos— sería interesante charlar contigo, aunque me incomoda el que no tengas nombre. Podría llamarte Izuna... ¿Te gusta?

El pequeño le observó una vez más, confundido totalmente y luego se lanzó a las flores de manera desmedida para arrancar una por una sin prestar atención al mayor. Madara arrugó su nariz.

—Oye, no me gusta que me ignoren ¿Sabes?

El pelinegro de un solo año de vida, alzó sus cejas con inocencia y simplemente corrió lejos de Madara, arrollando muchas flores a su paso mientras reía como un desquiciado.

El azabache mayor gruñó para sus adentros al sentirse pasado a llevar por un bebé y estuvo a punto de ponerse de pie para ir a por él en reproche. Sin embargo, fue frenado por unas manos sujetando ambos hombros, la fuerza siendo inigualable.

—Es un bebé, no te entiende todavía Madara-kun.

Madara medió una leve y serena sonrisa, sin mostrar sus dientes mientras alzaba su mirada hacia la Uchiha que pronto sería su mujer en un método más formal. A su costado venía Kōga, quien no dejaba de observar a su pequeña criatura con seño algo fruncido.

UCHIHAS | +16Where stories live. Discover now