Capitulo 25

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—Hola. — fue lo único que dije.

Ni siquiera se atrevió a preguntar algo más. El silencio era esencial en nuestra relación, y no porque no quisiéramos hablar, simplemente, no era el momento para ello.

El se sentó en el pasto, cargo a Hanna mientras ella jugaba con su cabello.

Pasamos por lo menos una hora así. Sin nada de qué hablar.

Me parecía un momento mágico, un momento muy normal como de cualquier padre primerizo. Pero muy seguro de sí mismo.

Hanna comenzó a desesperarse y comenzó a llorar. Tenía hambre.

—Tengo que darle pecho, estos días han sido agitados para ella. Necesita dormir. — Natsu asintió y se levanto, camino detrás de nosotras, cuando entramos en la casa, todos estaban reunidos en la sala.

—Hanna tiene hambre. — avise y subí las escaleras.

Natsu no me siguió, supongo se quedo con los chicos.  Camine hacia mi cuarto, me acomode en la cama y comencé a amamantar.

Hanna mientras tomaba leche comenzaba a bizquear. El sueño le pesaba de más.

Comencé a darle sus palmaditas en la espalda para que eructara y poder acomodarla en su cuna.

Me saque la ropa y quede completamente desnuda. Entre al baño de la habitación, me acerqué al espejo de cuerpo completo y mire mi cuerpo.

Había recuperado la forma de manera sorprendente. Tenía los senos más grandes y pesados por la leche de Hanna. Los tatuajes le daban color a mi piel blanca. La marca de Natsu, algunas cicatrices de balas o acuchilladas.

Mi cuerpo tenía historial, muchas historias estaban escritas en mi cuerpo. Y aún faltaban.

Entre a la tina y comencé a llenarla, necesitaba algo para relajar mi cuerpo.

No quiero tener sexo con Natsu. No se lo merece.

Cuando llegó a tope el agua. Lave mi cabello rubio. Ya estaba muy largo. Pero me gusta, me hace más atractiva.

Mis caderas estaban más marcadas gracias a las rutinas de ejercicio que yo misma me sometía. Mi cuerpo está más definidos.

El cuarto de baño se lleno de vapor. Y las burbujas hicieron lo suyo.

Me acomode y comencé a pensar en la mierda que era Natsu. Sé que la situación es difícil, sabemos que cada vez alguien peor que el antiguo enemigo vendrá. Pero irse por un año, esperando una bebé, desapareciendo. Haciéndose el puto muerto, que tenga un hermano gemelo.

El imbecil de Loke, de Lyon. ¿Qué más falta?

Suspiré. Tome una gran bocanada de aire y me hundí.

El agua caliente cubrió mi cara y absolutamente todo mi cuerpo comenzó a relajarse.

Sé que estoy más tiempo del que puedo aguantar bajo el agua. Pero esto me tranquiliza muchísimo.

Me impulso para salir del agua y jadeo en busca de más aire. Mis pulmones quedan un poco doloridos y suspiro. Miro que he hecho un desastre en el baño. El agua escurre por doquier. Hasta que paró en unas botas negras estilo militar, un pantalón bombacho oscuro.

—Tenemos que hablar, Luce—

Mis ultimas palabras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora