Capítulo 3

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Y ahí lo vi. Su cabello estaba un poco mas largo, sus músculos resaltaban en aquella playera negra pegada. Tenía un vendaje en su brazo. Su piel se veía más bronceada. Pero solo lo necesario para darle ese maldito toque seductor. Sus ojos se cerraron un poco, viéndome directamente a mi.

—Si que tu cuerpo comienza a cambiar Lucy, mírate, te veo mas gordita.

Podré tener poquito tiempo de embarazada, pero tengo algo que no tiene Natsu, y es una conexión fuerte con mi hijo. Y se que el o ella reaccionara como yo lo haré ahora.

Corrí, al diablo todo. Brinque hasta el puto escritorio y me abalance contra Natsu.

—¡Eres un hijo de puta, maldito estupido! ¡Hijo de perra! ¡Maldito imbecil cara de perro infeliz!

Y consigo un buen puñetazo. Y claro un beso bastante profundo.

Sus brazos me rodearon la cintura, apretándome con delicadeza. Aun en el beso, sentí su mano pasar a mi vientre.

Mi piel se erizo, una corriente eléctrica recorrió mi espina dorsal. ¡Joder! ¡Nos esta tocando mi amor! ¡Al fin tienes a tu papá! Sentí como comenzaron a picarme los ojos. ¡Putas hormonas!

—¡Y yo a ti nena! ¡También te extrañaba!

Solté un carcajada cargada con llanto.

—¡Hijo de perra! ¿Porque me dejaste así? ¿No podías despedirte de mi, de una forma decente?

El soltó una carcajada, mientras me acomodaba las piernas a los lados de su cintura, puso su manos bajo mis piernas y se levanto conmigo encima. Me coloco en el escritorio. Tirando todo lo que había en el.

—Por que si me despedía de ti de esa forma, jamás me hubieras dejado ir. Aun falta tiempo, aun esta flamita no nace, lo que dure el embarazo y un poco mas, podré regresar, si es que no me matan primero.

Suspire.

—No te mataran, eres Natsu Dragneel, el mejor asesino de este puto mundo.

Se rió.

—¡Lo se nena! Pero cambiemos de tema, le has dicho al novato que quieres ir a escoger ropa para nuestra flama, ¿verdad? Bien, pues tenemos una plaza entera para nosotros.

Lo vi extrañada.

Salimos del despacho tomados de la mano, en las escaleras estaba Laxus con la daga que me había dado Natsu.

—¿Enserio le vas a dar esto a esta niña tonta?

Natsu me abrazo.

—Claro, no es tan tonta, cuando se enoja saca las garras y los dientes. No creo que quieras probarlo, ¿o si? ¿Están listos todos?

Laxus asintio.

Salimos de casa, en la entrada, un Camaro negro mate nos esperaba. Antes de entrar Natsu me puso frente mío su bufanda blanca.

—Debes taparte los ojos.

Sonreí.

—¿Recordando viejos tiempos?

Y me vende los ojos. Después de mucho tiempo de camino, pues había perdido la noción del tiempo. Sentí como el auto aparcaba.

—Bien, tenemos 5 horas de disposición de este centro comercial. Si tardamos mas, pueden llamar a la estupida autoridad. Tuve un pequeño acuerdo con el dueño del lugar. Y al menos lo compre por unas horas. Así que nena, vayamos a escoger todo para nuestro bebé.

No habían pasado ni dos horas y ya había arrasado con todo el centro comercial. Mis pies estaban hinchados y moría de hambre.

—¿Qué se te antoja preciosa?

Vi una pizzería y mi pequeña flama me indico su hambre. Quería comer pizza, con mucho queso, escurriendo por los lados.

¡Joder!

Tome de la mano a Natsu y camine rápido a la pizzería, después de una hora y media, mi estomago estaba lleno, ya se que no debo excederme en antojos y cosas grasosas, pero no esta tan mal comer pizza una vez.

—Bien, es hora de regresar. Solo podré quedarme esta noche.

Me desanime un poco.

Regresamos mientras que en el centro comercial todo regresaba a su normalidad.

¿Cómo le habrá hecho? Da igual. De regreso, no fue necesario que me tapara los ojos, pues enseguida pise el auto y caí rendida. El embarazo me dejaba agotada fácilmente.

Sentí como me bajaba Natsu mientras que la voz de Laxus se escuchaba en susurros. Supongo para no despertarme, otra voz se unió, pero no la reconocí, era bastante chillona.

—Bien, te cambiare de ropa nena.

El sueño era mas fuerte que el poder de levantarme.

Sentía como se deshacía de mi ropa. Me saco la blusa dejándome en sostén.

Sentí sus manos en mi vientre. Y un beso deposito en el.

—No importa como, ni que pierda la vida. Pero a ustedes dos, nadie los toca.

Sonreí, quedándome dormida. Sin poder decirle algo. Ni siquiera en la mañana siguiente, pues de nuevo amanecí sola en la cama.

Mis ultimas palabras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora