Capítulo 8

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Regresé al cuarto donde estaba Lucy, ella dormía plácidamente. Su vientre comenzaba a resaltar. Era como un ángel. Un ángel caído para ser exactos.

Es hermosa.

Me recosté a un lado de ella. Comencé a acariciar su vientre. ¿Porque ahora?

Podría morir. Y dejarlos solos. Loki estaba peor que Zeref.

—Te vas a ir otra vez,¿verdad?

Voltee a verla. Su cabello estaba un poco más largo. ¡Qué bonita es!

—Lamentablemente si, necesito terminar esto. No puedo correr más riesgos, tendrás que irte de aquí. Obviamente no sola. Laxus te llevará muy lejos. Demasiado. Pero es necesario.

Se acercó a mí, se acomodó arriba mis piernas, para que pudiera arrullarla.

—Me está quitando energía esta flamita.

Sonreí. Me acerqué a su frente y la bese.

—Te quiere consumir completamente, como yo.

Comencé a moverla, para que pudiera descansar una vez más.

En el absoluto silencio, empecé a tararear..

A la mañana siguiente fui por el desayuno, me iría hoy en la noche, tendría que aprovecharla.

Subí a la habitación y pero la cama estaba vacía. Deje aún lado el desayuno. Y escuche el sonido de sus arcadas. Corrí al baño y ahí estaba tirada a un lado de la taza.

—Tranquila princesa. Te traje tus galletas de jengibre. Un poco tarde, supongo.

La ayude a levantarse y se fue contra mi.

Esos putos mareos.

—Joder, no me veas, estoy echa un asco.

Negué con la cabeza.

—Nena, te he visto llena de sangre, hasta escurrir, y te ves preciosa, un poco de vomito no me asusta.

Se acercó al lavamanos y se lavó los dientes.

—Esto es muy difícil y más si tú te vas.

Era verdad, sabía que ella me necesitaba y era mutuo. Pero no podíamos.

Faltaba de dos a tres meses para poder terminar esto, y eso si salía de acuerdo al plan.

—¿Si es niña que nombre le pondremos?

Ella sonrió. Camino hacia mí, me tomo del brazo llevándome a la cama. Sus ojos brillaron cuando vio el desayuno.

—Hanna. Es un bonito nombre.

¿Hanna? Era... Era perfecto. Hanna Dragneel.

—¿Y si es niño?

Ella me miró fijamente.

—Lo sabrás en cuanto vuelvas y te quedes con nosotros para siempre.

Todo el día me la pase con ella afuera. Hacia un bonito día y ella quería estar en el jardín.

Su cabello largo se alborotaba por el cálido viento que se sentía. Su sonrisa al verme era como antes. Una sonrisa bastante tranquila y tierna. 

Traía un pantalón bombacho negro y una blusa de tirantes verde olivo.

La tarde comenzó a caer, el frío se notaba en su piel, pues se estremecía.

—Vamos adentro. Tienes que comer. Ya me queda poco tiempo.

Ella asintió. Caminamos hacia la casa. En la sala estaba Juvia y Levy, entre primero, y ellas enseguida guardaron una revista. Me sonrieron. ¿Qué traman?

—¡Joder! Flamita quiere comer. No, comer no, quiere atascarse de chucherias.

Reí. Entro Gray junto con Laxus y Gajeel, cada quien con un mandil.

—Y ustedes dicen que el ridiculo soy yo. Imbeciles.

—¿A quién le dices imbecil, Salamancer?

Pregunto Zancrow con un mandil bastante femenino. Lo colores rosas predominaban por todos lados.

—Si te vieran a todos los que asesinaste, se hubieran reído de tu apariencia.

Enseguida Lucy se quejó.

—¡joder! ¿Hay comida o no?

—Para nuestra embarazada con las hormonas revolucionadas y gordita tenemos, mucha, mucha comida.

—Gray, acabas de firmar tu sentencia de muerte, Laxus veía pálido a Gray.

Vimos como una cuchilla pasaba aún lado de Gray, cortándole un mechón de cabello.

—¿Gordita quien? ¡Hijo de tu pinche madre!

Mis ultimas palabras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora