•𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏•

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𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟑.

—Buenos días —aún adormilada, Blair levantó su mirada para mirar a su padre—. Qué agradable eres por la mañana.

—Tengo sueño.

—Yo también, pero me toca ir a trabajar. ¿Me ves quejarme? —Joseph se sentó en su silla y agarró el periódico. A los pocos segundos, apareció Ethan, el mayor de los hermanos.

—Buenos días —murmuró antes de bostezar.

—Al menos tú los das. Tu hermana ni eso.

—Yo también te quiero, papá.

—Oye, ¿vamos a estar mucho más tiempo aquí? —preguntó el chico sentándose al lado de su hermana.

—¿Dónde, exactamente?

—En el pueblo.

—¿Vas a preguntar eso todas las mañanas? —Elizabeth dejó en la mesa un plato con tortitas.

—Estaría bien escuchar un sí.

—Ethan, deja de quejarte tanto —Joseph le dio un sorbo a su café—. A menos que vuelvan a trasladarme, que lo dudo... Estaremos aquí toda la vida.

—Pues qué guay.

—No os quejéis tanto. Se está bien. Además, estáis haciendo amigos.

—Bueno, si puedes llamar amigo a un niño de de doce años...

—Ni se te ocurra meterte con Dustin, que te veo venir —Blair apuntó a su hermano con el tenedor—. Además, ni que fuera mi único amigo. También tengo a Tyler y Nancy, que son de mi edad, así que chitón.

—Vale, vale, no me mates.

—¿Tyler es la chica que ha venido un par de veces a casa? —preguntó el padre de familia.

—Sí, es ella.

—Parece buena chica. Me gusta.

—Chicos, ¿no se os está haciendo tarde? —los hermanos miraron el reloj que tenían en la cocina. Y al ver que iban a llegar tarde, terminaron rápidamente de desayunar, agarraron sus cosas y salieron de la casa. Se montaron en el Mercedes del mayor para ir al instituto.

—Hoy me da pereza hasta respirar —comentó Blair encogiendo una de sus piernas en el asiento del coche.

—Te entiendo perfectamente. ¡Y no hagas eso! Me vas a manchar el asiento con la mugrienta suela de tu zapato.

—Y para rematar mañana tengo examen a segunda hora. ¿Y quién va a suspender? Exacto, yo.

—Luego terminarás sacando un sobresaliente, como siempre. Porque sí eres ese tipo de persona. Los que sabemos que vamos a suspender somos más humildes, ¿sabes?

—Suspendes porque quieres, y porque parece que te gusta que mamá y papá se enfaden contigo hasta tal punto de querer dejarte la habitación vacía para que no te distraigas —Blair miró por la ventana. No le parecía un lugar tan... Desagradable. Incluso a veces se le hacía acogedor. Estaba intentando acostumbrarse.

—Es que la cara de papá no tiene precio.

—¿Sabes lo que no va a tener precio? Tu boletín de notas como no espabiles.

—No vas a darme una de tus charlas de empollona, Blair.

—No, la verdad es que no —suspiró.

—Así me gusta. Por cierto, en un par de días tengo partido.

—¿Y qué quieres que haga yo?

—¿Que vengas a verme, por ejemplo? Ya que nuestros padres no van a poder, qué mínimo que tener allí a mi hermana.

Agápē ||Steve Harrington||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora