•𝐄𝐩í𝐥𝐨𝐠𝐨•

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𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.

—¡Mamá, para! —Blair rió antes de separarse de su madre—. Estaré bien, te lo prometo.

—Mi niña se va a la Universidad —Elizabeth, al igual que con su hijo mayor, lo dijo con orgullo.

—Ten mucho cuidado, cariño —Joseph puso uno de sus brazos alrededor de los hombros de su mujer.

—Que sí, no os preocupéis —un claxon hizo que la chica se girase.

—¡Eh, rubia, esa hora! —Sallow sonrió y miró a sus padres.

—Os quiero, y os echaré de menos —les dio un abrazo y agarró sus cosas—. ¡Nos vemos en Navidad!

—¡No hagas nada raro!

—¡Lo sé! —completamente emocionada, se montó en el coche de su novio.

—¿Listas?

—¡Vamos a la Universidad! —exclamó Tyler—. Mi mejor amiga es mi cuñada, ¡y vamos juntas a la Uni! Es el sueño de cualquier adolescente.

—No veo fallas en esa lógica —se asomó entre el hueco que había entre los asientos delanteros—. ¿Nervioso?

—Acojonado —reconoció antes de soltar una carcajada—. Pero... Eso no quita que vaya bien acompañado.

—Esto va a ser increíble, y lo que nos hace falta.

—¿Y Eddie? —preguntó Blair con curiosidad.

—Vendrá de visita. La verdad es que la Universidad y él no podrían llevarse bien.

—Bueno, mejor eso que nada.

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𝐈𝐥𝐥𝐢𝐧𝐨𝐢𝐬. 𝟏𝟗𝟖𝟖.

—¡Lo siento! —segundo año de carrera, y Blair aún no se había acostumbrado a los horarios para ir a clase.

—¡Eh, Sallow! —Jack Walters, compañero de la rubia cortó su carrera por los pasillos—. Dile a Harrington que no hace falta que vaya marcando territorio, no es necesario que te vaya dejando chupetones.

—Él no lo hace por eso. Es porque le gusta joderme porque sabe que lo odio —gritó aquello último cuando vio que su chico pasó por su lado, y este le guiñó el ojo.

—Sois una pareja...

—¿Rara? Lo sé. ¿Perfecta a nuestra manera? También —se encogió de hombros—. Somos nosotros, hemos vivido mucho juntos y estamos acostumbrados. ¿Algo más, Walters?

—No, no. Sigue con tu camino.

—Muchas gracias —de nuevo comenzó a correr, encontrándose de nuevo con Steve—. Pienso matarte, Harrington. Sabes que odio que hagas esto —se señaló el cuello.

—Por eso mismo lo hago —le dio un beso en los labios—. Me encanta molestarte.

—Vete a la mierda.

—Yo también te quiero, eh.

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𝐈𝐥𝐥𝐢𝐧𝐨𝐢𝐬. 𝟏𝟗𝟗𝟎.

—¡Blair Sallow! —con una sonrisa radiante, salió al escenario para que le diesen su diploma. Lo había conseguido, se había graduado después de tantas veces que había querido tirar la toalla—. Enhorabuena.

Agápē ||Steve Harrington||Where stories live. Discover now