•𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟐•

802 56 39
                                    

 →𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟓.

—¡Corred, por aquí!

—¡Cierra la puerta!

Trataban de huir de una muerte más que segura después de haber llamado la atención de todas las personas que habían en aquella base.

—¡Steve! —la rubia se quedó con él a hacer fuerza en la puerta para evitar que entrasen, y así conseguir que los demás pudiesen escapar.

—¡Eh, vamos!

—¡Salid de aquí! —Tyler miró a su hermano mayor.

—¡No voy a irme sin ti y sin ella!

—¡Largaos! —gritaron a la vez.

—¡Vamos! —Robin tiró de la joven Harrington hasta que lograron escapar.

—¡Buscad ayuda!

—¡Volveremos por vosotros!

—¡Corre! —se marcharon, y los rusos consiguieron abrir la puerta, logrando así la caída de los adolescentes al suelo. Pronto se vieron apuntados por aquellas armas.

►◄

—¿Para quién trabajas?

—Ya te lo he dicho. Para nadie, voy al instituto —respondió Blair—. Te juro que nadie sabrá esto, de verdad. Será como si me hubieseis borrado la memoria con un artefacto de los vuestros —aquellos soldados se miraron antes de agarrarla por los brazos y levantarla para llevársela—. ¡Eh, soltadme! —pataleó—. ¡Te he dicho que me sueltes! —entraron en otra sala y la tiraron al suelo, donde Steve estaba inconsciente—. Eh, eh, Steve... —se acercó a él, pero no respondió—. ¿Qué le habéis hecho? —gritó, ganándose así una bofetada por parte de un ruso. Aquel hombre dio una orden y los levantaron del suelo—. ¡Que no me toques! —los sentaron en unas sillas y les ataron—. Steve, Steve despierta —vio que el capitán se acercaba a ellos—. ¿Qué vas a hacer? ¡No le toques!

—Creo que tu amigo necesita un médico —se puso delante de Blair—. Por suerte, tenemos al mejor —miró a sus compañeros y empezaron a reírse. La chica no se aguantó, y le escupió en la cara. Aquella acción cortó las risas de raíz—. Eso lo vas a lamentar, suka —dijo algo en ruso y se marcharon, dejándolos solos.

—¡Hijos de puta, dejadnos salir! ¡Soltadnos! —pero cerraron la puerta—. ¡Socorro! ¡Socorro!

—¿Blair?

—Dios, Steve —dijo con alivio—. ¿Estás bien?

—Me pitan los oídos, no puedo respirar y creo que se me va a caer un ojo. Pero aparte de eso... Estoy bien.

—La buena noticia es que te van a traer a un médico.

—¿Esta es su consulta? Qué acogedor —dijo con sarcasmo, logrando que Blair se riese un poco.

—Y tanto que sí. Bueno, vale, ¿ves esa mesa de ahí? A la derecha. No, Harrington, a la otra derecha —ambos miraron hacia el mismo lado—. ¿Ves las tijeras?

—Ajá.

—Creo que si nos movemos a la vez podríamos llegar ahí, y yo golpearía la mesa para que te caigan encima.

—Y yo cortaría las cintas.

—Y podríamos largarnos.

—Genial, vale. Podemos hacerlo.

—¿Listo?

—Listo.

—A la de tres saltamos. Una, dos, y tres —salió bien—. Ha funcionado.

Agápē ||Steve Harrington||Where stories live. Discover now