•𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒𝟐•

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 →𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.

¡Tíos! ¿Lo estáis viendo? —Blair acercó su mano a la zona que su novio estaba alumbrando con la linterna, y brillaba de la misma manera que la lámpara—. No lo moveremos, pero vamos a desenchufarlo, esperad. Vale, probad ahora.

—Sí, escribe —dijo Eddie. No sabía muy bien qué poner, así que Blair empezó por un simple "hey", parecía que funcionaba.

¡Ha funcionado!

—¡Sí! —chocó sus manos con las de Tyler en señal de victoria—. Te dije que saldríamos pronto.

—Y nunca fallas, Blair.

Escribió la palabra cárcel para decirles que estaban allí encerrados.

¿No podéis volver por el Watergate?

—¿Qué coño es el Watergate? —preguntó Steve.

—Está en el agua y es un portal —respondió Tyler de manera obvia.

—Oh, qué gracioso —dijo Eddie.

—No, no, está... —puso la palabra guardias.

Vale, vale. Descartado porque está custodiado. Tenemos una teoría que podría seros útil.

—Es un genio —comentó Tyler suspirando con tranquilidad.

Creemos que el Watergate no es el único portal. Y que hay un portal en cada escenario del crimen.

—¿Alguien sabe a qué narices se refiere? —preguntó Sallow, y todos negaron con sus cabezas. La chica hizo un signo de interrogación.

¿En serio? ¿Cuántas veces tengo que acertar en mis teorías para que os fiéis de mi?

—Ese crío necesita una cura de humildad.

—Es el tono, ¿verdad?

—Exacto.

—A ver, bueno... ¿A qué distancia está tu caravana? —miró a Eddie.

—Once kilómetros.

—Blair, aunque la casa esté congelada de un modo muy siniestro... Tendrán bicis, ¿no? —dijo la morena.

—Sí... ¡Sí! ¡Las bicicletas! —se lo escribió a Henderson antes de que saliesen corriendo para ir al garaje de la casa.

—Creo que de todo lo que estamos corriendo hoy y esto, voy a adelgazar mínimo dos kilos —comentó Tyler subiéndose en la bicicleta.

—No te digo yo que no —se miraron—. ¿Listos?

—A tus órdenes.

—¿Carrera? Pega una.

—Pega salir vivos de aquí, mi amor —dijo la rubia mirando a su chico.

—Pues vamos allá —comenzaron a pedalear bajo las indicaciones de Eddie para poder llegar a su caravana.

—¿Seguro que esto va a salir bien? —preguntó Steve.

—Si no se tuerce nada en el último momento, sí. Aunque si nos ayudan ellos desde el otro lado, en teoría tiene que ir todo perfecto.

Se quedaron en silencio, al menos hasta que escucharon de nuevo a esos murciélagos. Blair giró su cabeza para ver de dónde provenía el ruido, y es que iban hacia una casa. Pero no a una cualquiera, la casa de Creel.

—Eh... Blair.

—Acelerad, no nos han visto.

—Sabes que como se den cuenta de que estamos aquí, vamos a morir, ¿no?

Agápē ||Steve Harrington||Where stories live. Discover now