Capítulo 77: Un nuevo comienzo

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Dentro de los profundos recovecos de mi alma, en algún lugar oculto a la luz y el inefable rayo del crecimiento que causa desórdenes y cambios subrepticios en el cuerpo, subyace una verdad que hasta el día de hoy no me atrevo a vislumbrar del todo. En alguna oportunidad (quizá en algún sueño fuera de lo común o una vigilia inesperada que me halló envuelta en sudor sobre las sábanas) quizá estuve cerca de verla, de tocarla, de sentirla bajo las yemas de mis dedos infantiles y acariciarla como a un cachorrillo faldero que nunca podrá salir de su circuito de esclavitud cotidiana, aproximándose quizá en su miseria omitida a las cadenas de oro de un animal exótico, capturado y destinado injustamente a la exhibición ante los curiosos. Quizá en alguna de esas madrugadas en las que el reloj se congelaba y la temperatura aumentaba mil grados he tenido frente a mis ojos (bien abiertos, ciegos ante la caja boba que reproducía mil sonidos adúlteros que mis oídos no procesaban, más propios de una celda del infierno) a ese pequeño pedazo de mi ser que nunca ha terminado de repiquetear, mudo pero audible como el sonar de los murciélagos, en la penumbra de alguna cueva perdida en mis memorias. Ese ínfimo (aunque enorme, como la partícula de Dios) trozo de duda que me ha atormentado desde que tengo pleno uso de mis facultades y ya no dependo de que otra persona me ayude a pensar. Esa pregunta (o mejor dicho, esas preguntas) que no reconocían fronteras de edad ni de madurez: "¿Y si soy igual a mi madre? ¿Y si todas estas aventuras no han sido más que una fachada, una ingente obra sacada de las fantasías de Shakespeare? ¿Y si el camino que tomé me devolverá inevitablemente al primer sendero que estaba destinada a recorrer, como un círculo vicioso de la Dimensión Desconocida?".

Pensándolo bien, quizá no esté siendo razonable...Esta suposición bien podría deberse a un inusitado pesimismo causado por la muerte repentina de todos los posibles ideales que, directa o indirectamente, me tocó vivir en mi corta vida: Nací en la época de auge del Flower Power, el amor libre y la paz, cuando se creía que un mundo mejor era posible, y vi morir esos inocentes sueños de la peor manera en el mundo, encarnados en la figura de mi pobre madre. Oí hablar del punk y el anarquismo pujantes en el Viejo Continente, pero esos ideales de libertad violenta ya habían tocado fondo cuando me llegó el momento de volar. Y ahora parecía que el mundo estaba listo para un cambio de mentalidad basado en la decadencia y las drogas...Quizá hubiera sido bueno preguntarme: ¿No era hora de pensar sinceramente si yo no estaba hecha para las revoluciones? Sin embargo, esa duda (que bien podría haberme aturdido en otro tiempo y lugar) en esta situación apenas me pasó por al lado, como un auto circulando en la distancia de la carretera. En esta oportunidad una pregunta más grande me atronaba y resonaba en mí, el miedo a repetir el pasado no me dejaba en paz y temía dejar de verme a mí misma como un ser individual y confundirme con el espacio, como el camaleón o como mamá que había llegado a creerse parte del cielo, para luego estrellarse contra la maqueta de lo que creyó un horizonte sin fin.

Les daré un ejemplo que quizá ayude a explicar mi punto: Sé que, en algún momento de mis infinitas reencarnaciones, en algún día olvidado de mis vidas pasadas, leí a los autores malditos. Es difícil para mí recordar con precisión fechas, medidas, colores, teniendo en cuenta que muté más que la misma especie humana. De una niña inocente pasé a pilar de la casa, de allí a un fantasma desolado por la pérdida repentina de sus seres queridos, de allí a una muchacha revolucionaria y deseosa de cambiar su situación al punto de escapar y al llegar a Los Ángeles...El cambio se había multiplicado, hasta que las fases se perdían en mi memoria. Aunque últimamente había sido una persona lisérgica, de humo y niebla y corazón, tal como mi madre en su belle époque. Si eran tantas las similitudes, ¿por qué no sospechar que quizá el cordón fuera más grueso de lo que parecía? ¿Quién no podría afirmar que quizá yo fuera a tener el mismo destino? Me agobiaban los recuerdos, las memorias de cosas quizá jamás sucedidas, las dudas abundantes y las certezas escasas de ese período perdido en ácido. Sé que no todo lo sucedido fue un camino de rosas. Sé que las nubes de tormenta se arremolinaron en más de una oportunidad sobre mi cabeza, listas para devorarme.

War in the Jungle (GUNS N'ROSES) #HairRock #GNRAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora