Capítulo 8: El Pacto

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Luego de esa inesperada confesión, quedé muy tensa. No podía parar de pensar en que estaba sentada en la misma mesa con personas que basaban su trabajo en la ilegalidad. Personas (si se las podía llamar así) que hacían dinero en base a la adicción y la ruina de miles de jóvenes y no tan jóvenes.

Cuando era una niña, mi madre solía enviarme a comprarle drogas con el dealer de la vuelta. Me entregaba el dinero, yo iba, hablaba con el sujeto (que se hacía llamar Silver), le entregaba el pago y volvía a casa con una bolsa llena de un extraño polvito blanco o, a veces, con un par de jeringas y un líquido en un frasco. Silver era muy bueno conmigo: a veces me daba una paleta, un caramelo o una barra de chocolate como premio. Otras veces me invitaba a pasar a su casa, y me mostraba su impresionante colección de autos antiguos. Esa exuberancia, en mi inocencia infantil, nunca me pareció extraña. Siempre tendí a creer que era un premio por portarse bien, o quizá que Santa Claus había sido generoso con él ese año, y esperaba que algún día también lo fuese conmigo.

Luego de averiguar la verdad, a mis 12 años, dejé de ver a los camellos como los veía antes. Hasta ese momento y debido al lindo recuerdo de los dulces y caminatas de mi infancia, la alegría estaba unida a la palabra "dealer", formando un todo, una unidad. Porque cada vez que mi madre pronunciaba esa palabra, yo sentía felicidad. Sin embargo, a los 12 ya no fue más así. Comencé a pensar que ese tipo de personas eran siniestras, y juré jamás volver a enfrentarlas cara a cara.

Eso fue por mucho tiempo...hasta ahora, en que me encuentro sentada a la mesa...con dos de ellos.

-Tierra a Wish...Tierra a Wish...Detectamos una ligera falta de atención...

La voz de Hope me sacó súbitamente de mis pensamientos. Mierda. Otra vez deteniéndome a pensar en el medio de una conversación. Debía corregir ese defecto.

Miré a mi alrededor y vi a Hope, que ahora estaba recostada en el hombro del muchacho pelinegro. El otro, el de cabello largo, me miraba con una mueca divertida.

-L-lo siento – articulé – estoy...estoy algo cansada.

Hope rió brevemente.

-Tranquila. Ya encontré un lugar para que duermas esta noche. Por ahora podríamos... no lo sé... ¿Conocernos?

Hizo un leve gesto con la cabeza en dirección a los muchachos.

Al principio, mi mente se resistió. No quería hablar con estos sujetos. Pero finalmente terminé por ceder. Ya estaba algo cansada de buscarle el lado malo a todo. Siempre negativa, siempre recordando el pasado, siempre relacionándolo con el presente para evitar hacer cosas que juzgaba malas....Ya había hecho algo malo escapándome del albergue y de la policía en varias oportunidades. Ya no era esa niña pura y sacra, había descubierto un costado mucho más oscuro y rebelde de mi personalidad. Quizá un paseíto por ese lado salvaje no me haría daño...

Y eso que solo hablaría con ellos, no consumiría drogas.

-Bueno – decidí comenzar la conversación – primera duda: ¿Quién es Ivory y quién es Sugar?

El pelinegro sonrió, mostrando los bordes de unos dientes blancos y filosos. Miró al pelilargo con una sonrisa cómplice.

-Yo soy Ivory, él es Sugar – dijo finalmente.

El otro muchacho lo miró y frunció el ceño.

-¡Oye, eso no es cierto! – Me miró – Él es Sugar, yo soy Ivory.

Ladeé la cabeza, algo confundida.

-¿Quién es quién?

El otro rió por lo bajo. Hope ahora había pegado todo su cuerpo al de él y acariciaba su cuello. Me pregunté si ellos dos tendrían algo.

War in the Jungle (GUNS N'ROSES) #HairRock #GNRAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora