Capítulo 10: De vuelta en el Sunset Strip

654 81 35
                                    


Luego de esa extraña noche en compañía del muchacho llamado Izzy, me sentía completamente agotada y con una sensación de pesadez en los músculos. Haber pasado alrededor de seis horas (quizá fueran más, quizá menos, no lograba precisar el tiempo exacto) sentada en el marco de madera de una ventana no había resultado beneficioso para mi cuerpo: me dolía la espalda, tenía migraña y mis ojos estaban surcados por miles de pequeñas venas rojas. Las ojeras habían regresado con más fuerza que nunca y sentía que si no me acostaba a dormir iba a desmayarme.

Aún no lograba comprender cómo es que había pasado todo esto. O sea, yo no era muy del tipo de persona sociable y vivaracha, que apenas llega a un lugar nuevo se presenta con todos los vecinos y los invita a su casa. Para nada, en verdad. Yo esperaba tener una estadía larga en el edificio de departamentos, pero sin conocer a nadie. Aún no se me había pasado el susto de los tres largos y horribles días en que fui una fugitiva de la policía, así que mi plan era directamente no hacerme notar. Desaparecer en el interior de mi departamento como un fantasma, y nunca ser visible para mis compañeros de piso. Quizá hubiera quedado demasiado afectada por haber tenido que ocultar mi rostro y mi identidad, y hacerme pasar por otra persona. Pero creía que ser discreta sería la mejor opción.

Y ahora mis planes se habían arruinado por completo, sobre todo porque Izzy y yo éramos los únicos habitantes del piso número 3, y que él ahora sabía de mi existencia. Sabía quién era yo, de dónde venía, qué hacía en ese lugar. Joder, hasta sabía que me encantaba coleccionar plumillas. Una de dos: o la televisión había revelado demasiados datos, o este muchacho tenía un ojo que todo lo ve. Cualquiera de las dos opciones era igual de inquietante y peligrosa.

De todas maneras, estaba demasiado cansada como para pensar en algo. Lo único que podía formar en mi mente adormecida era un colchón de plumas. Sentía su suave textura bajo mis manos, los relieves de la tela que lo cubría, alguna pluma suelta que haría cosquillas agradables sobre mi piel...

Seguí pensando en el colchón, ampliando aún más los sentidos: mi cuerpo se hundiría parcialmente en él, habría unas cuantas almohadas mullidas que servirían de lugar de descanso soñado para mi agotada cabeza, el cobertor sería increíblemente suave y tibio. Me imaginé trepando sobre este y recostándome, al fin descansando...

Un dolor repentino sacudió mi cerebro, que se había relajado bastante, despertándome de mis fantasías y calándome hasta los huesos con un millón de sensaciones. Frío, cansancio, entumecimiento, todos esos sentimientos que habían quedado adormecidos durante toda la conversación con Izzy me asaltaron, como una ola gigante y mortal. Y me di cuenta que ya era de mañana y que seguía sentada en el marco de la ventana. Sentí un dolor punzante en la parte de atrás de mi cráneo; toqué y sentí un chichón formándose. Aparentemente, por mis pensamientos agradables sobre ese lecho soñado, había comenzado a cabecear y mi cabeza había dado contra el duro marco de madera, golpeándose. Miré alrededor: De Izzy no había ni el más mínimo rastro. Nada, ni una ligera esencia a cuero y humo de cigarrillo, ni la ligera evanescencia de las notas musicales que había tocado con tanta pasión. Por un momento, me pregunté si toda nuestra conversación no habría sido nada más que un sueño: si no me habría quedado dormida en la ventana y había soñado con ese muchacho misterioso que tocaba como un dios de la guitarra. Eso explicaría muchas cosas, como por ejemplo como es que sabía tanto sobre mí.

Ladeé ligeramente la cabeza y la vi, abandonada. La plumilla negra, blanca y dorada me esperaba, muda, junto a mi cuerpo helado.

Entonces no había sido todo producto de mi imaginación...Izzy era real. Y todo eso que me había dicho...También era real.

Me recorrió un escalofrío, pero no estaba segura si era por lo que estaba pensando, o por el frío. La temperatura había bajado tanto que la posición de "bolita" solo había logrado entumecerme aún más el cuerpo. Me puse de pie y mis músculos gruñeron.

War in the Jungle (GUNS N'ROSES) #HairRock #GNRAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora