Perdida en el abismo. Parte I

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Mi corazón volvió a latir frenético mientras corría. La sangre pulsaba en mis oídos a causa de la adrenalina de la carrera. Una sensación de quemazón ascendía por mi rostro concentrándose en mis mejillas, mientras mis ojos se abarrotaban de lágrimas.

En mi mente las imágenes se atiborraban desordenadas, confusas, como una serie de diapositivas gastadas.

Iris había iniciado el ataque tras la muerte de Vera.

Desde la distancia escuchaba diversos sonidos entremezclándose en el combate: aleteos, choques metálicos, disparos, jadeos, gritos, improperios.

Cegadores rayos de luz salían despedidos hacia lo alto como rayos salientes del suelo.

De manera antagónica, un resplandor anaranjado caía del cielo, como una supernova. Alcancé a distinguir ‹‹algo así›› como alas llameantes y garras aterrizando en la superficie.

Pero mi visión se vio obstaculizada por mis perseguidores, pues Darius había seguido a su ‹‹Señor››.

Después de un tramo, el camino recto comenzó a tornarse escarpado y sinuoso. La carrera era cuesta arriba.

Me aferraba a los pastizales y raíces de los arbustos que crecían entre las rocas para darme impulso y como soporte, produciéndome varios cortes y magulladuras en el proceso.

A pesar de la dificultad del ascenso, logré llegar a una zona plana y estabilizarme.

A Argos le había perdido el rastro, pero por desgracia, el comandante estaba demasiado cerca. Comencé a sentirme como una presa acorralada por su cazador.

Mi pesadilla se volvía real.

Aunque nunca había sido un sueño, sino una premonición, y por eso sabía bien qué hacer.

No muy lejos, detrás de una espesa manta arbustiva, se abría, como las fauces de un depredador, el ominoso precipicio. 

Tracé el plan en mi mente. Solo debía provocar a Darius para que se acercara lo suficiente.

No obstante, un repentino temblor produjo que algunas rocas de la cima se fragmentaran y desprendieran. Los gruesos guijarros se acumularon formando una muralla natural, una pared divisoria que me mantenía aislada, ya que impedía el paso de mi perseguidor.

Por unos instantes me sentí segura, hasta que oí su voz. 









Místicas Criaturas. El RefugioWhere stories live. Discover now