Desde la muerte. Parte III

584 174 127
                                    

Reconocí aquella mirada penetrante e intensa, apenas sus orbes se posaron en los míos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Reconocí aquella mirada penetrante e intensa, apenas sus orbes se posaron en los míos.

Mis vellos se erizaron como si una ráfaga de aire gélido me recorriera.

››Aquí viene la parte dónde se alegran porque finalmente no morí —alegó el recién llegado, en tono sardónico. Después, desvió su mirada verde venenosa hacia Daniel, formulando una torcida sonrisa—. Bueno, tú quizá no te alegres tanto, pero qué más da, no se puede complacer a todos. —Se encogió ligeramente de hombros.

—Te tardaste en salir de tu escondite malnacido. Pero debiste quedarte donde estabas. Puedo asegurarte que nadie te echó en falta, maldito—aseveró mi ángel, con gesto serio.

El interpelado siguió hablando con total indiferencia, sin oprobio alguno.

Por mi parte, estaba atónita, procesando lo que acababa de pasar.

—‹‹Malnacido››, ‹‹maldito››. Aunque me halagan tus apelativos, debo decirte que prefiero honrar a mi madre y que me llames por el nombre que ella escogió. Una de las pocas cosas buenas que hizo por mí debo decir—alegó, irónico.

—¿Qué rayos quieres Jonathan?—cuestioné, recuperando mi voz y coraje.

—Siempre al grano prima...Me gusta eso de ti—Me guiñó con descaro. Noté que Daniel tensaba su mandíbula y apretaba los puños en sus costados—.Te lo diré cuando acabe el ‹‹fascinante relato de cómo vencí a la muerte››—alardeó.

Era evidente que la situación le parecía irrisoria.

—Tres palabras: uvas falsa morte—sintetizó el alado—¡Oh, lo siento! ¿Arruiné tu fascinante relato?

Jonathan aplaudió, sin ánimo. Pude reconocer la tensión en la arteria de su cuello, pero supo disimular el mal trago.

—¡Bravo, angelito! Aunque tu falta de emoción para los relatos épicos me decepciona, y es incuestionable que estropeaste por completo la trama adelantándote al final, admito que estoy impactado con tu sagacidad—señaló—. En efecto, cuando me enteré de los planes funestos de mi madre, empleé el fruto mágico para engañarla. Pero, en mi defensa diré que su sola ingesta implica una gran muestra de coraje. Pásate de la dosis y acabarás...igual que tus amigos de la entrada.

—¡Eres un auténtico hijo de Argos!—vociferé, al pensar en los pobres celestiales.

—Y, como él, también quiero el elixir mágico querida prima—develó al fin.

—Jamás tendrás acceso al agua de la inmortalidad. —La enérgica voz de Iris tronó a mis espaldas, obligándome a voltear.

Emergía del portal y junto a ella su empíreo ejército.

—Sería sorprendente ver cómo la gran Iris imparte justicia—masculló Jonathan, retrocediendo unos pasos—. No obstante, no deberías olvidar la ley divina que prohíbe a los ángeles asesinar humanos y...‹‹derivados››

La reina, lejos de acobardarse, no detuvo su avance.

—Matar humanos está prohibido, pero no defendernos cuando estos atentancontra nosotros—aportó Daniel, haciendo tronar los dedos de sus manos, mientrasse acercaba a su oponente—. Y ya estoy deseoso de devolverte al pozo de dondesaliste de un solo puñetazo.

Místicas Criaturas. El RefugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora