Desde la muerte. Parte II

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—Algo anda mal —exclamó la reina, de pronto, al tiempo que se llevaba la mano al medallón —

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—Algo anda mal —exclamó la reina, de pronto, al tiempo que se llevaba la mano al medallón —. Han penetrado las puertas de ‹‹Tierra Mítica›› por la fuerza. Hazte a un lado querida, voy a abrir un portal. Los intrusos están camino al bosque encantado—señaló—Será mejor que te quedes aquí, por seguridad.

En aquel sitio estaba Daniel, indefenso y vulnerable. No podía pedirme que me quedara al margen.

—Iré y no hay nada que puedas hacer para detenerme, así tenga que llegar a pie—determiné, con firmeza.

Iris me observó fijo. Creí que me iba a fulminar con los rayos dorados de sus ojos, pero en su lugar dijo:

—De acuerdo guerrera, andando.

Movió sus manos en círculos, provocando que rayitos de luz blanca emanaran de estas como ondas de energía eléctrica.

El portal se fue abriendo ante mis ojos asombrados. Sentí su mano tomar la mía, antes de que una poderosa fuerza nos absorbiera.

Llegamos al bosque, al sitio exacto en el que habíamos dejado a Daniel. Para mi tranquilidad seguía intacto.

Miré hacia el cielo. Era hora del ocaso.

—¡Te ordeno que despiertes celestial!—manifestó su Creadora y aquel abrió sus ojos, incorporándose de inmediato.

Sus alas brillaban ardorosas, parecían encendidas con el mismo fuego celestial.

—¿Qué sucede?—inquirió—¿Están bien?

—Por ahora, pero he sentido la presencia de intrusos en nuestras tierras e intuyo que no son nada amigables. Quédate con Alise, iré a reunir a las tropas—ordenó Iris. Sin perder tiempo, volvió a atravesar el portal que yacía reverberante a sus espaldas.

—Al menos los demonios no pueden penetrar los portales—observé, cuando nos quedamos solos.

Daniel estaba a punto de responder, pero una voz ajena lo interrumpió.

—La regla no se aplica para los atractivos.

Una figura apareció, como espectro, entre la foresta.

Místicas Criaturas. El RefugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora