Capítulo 2

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La mañana siguiente a aquel primer día libre amaneció como cualquier otro día. Me había levantado tarde y tuve que salir corriendo del hotel sin desayunar después de ducharme para no llegar tarde a mi encuentro con Alissa. Ni siquiera había tenido tiempo de hacerme la raya del ojo, el único maquillaje que me gustaba usar.

- ¡Buenos días! -exclamó Alissa cuando me vio aparecer en la parada de autobús donde habíamos quedado.

Tras un efusivo abrazo que provocó que los señores coreanos que habían allí sentados nos miraran raro, nos pusimos a concretar nuestro plan de la mañana.

- Entonces primero vamos a ir a la tienda esa que dices que es tu santuario de la moda. -dije sin poder evitar soltar una pequeña risa- y luego daremos un paseo por la zona del río Han, hasta que tengamos que volver para el almuerzo.

- Sí, ¡nos los pasaremos genial! -exclamó Alissa acompañada de su ya típico saltito de alegría.

Una vez llegamos a Myeongdong, lugar donde se encontraban las tiendas de ropa con más fama local, pasamos de largo los restaurantes y tiendas como Zara y Dior, hasta llegar a una tienda un poco más pequeña, pero sin nada que envidiar a las demás, situada al final de la calle y casi escondida. Aunque también tenía la impresión de que era de marca parecía más humilde que las tiendas que ocupaban todo el lugar.

- Bienvenida a Treasures. -me dijo Alissa cuando llegamos a la entrada de la tienda, dándome paso cual mayordomo de película americana. No podía evitar reírme cada vez que hacía alguna de sus tonterías.

- Gracias señora.-contesté haciendo una pequeña reverencia en respuesta a su actuación. Soltando unas risitas por lo bajo entramos juntas en la tienda.

La tienda podría tener cien metros cuadrados, metro arriba metro abajo. Las paredes estaban cubiertas por madera blanca hasta la mitad de su altura, donde se abría paso una franja negra del tamaño de dos manos que separaba lo anterior de una pared lisa pintada de rojo. A pesar del color intenso no era dañino a los ojos a causa de los grandes armarios llenos de perchas y estanterías con ropa que se encontraban en la pared. La caja se encontraba situada a la derecha de la entrada, tras un pequeño pasillo.

La fragancia que estaba en el aire me resultaba acogedora, era parecida a una fragancia de unas tiendas que visitaba en España donde a mi hermana le encantaba comprar objetos de interior (resumiéndose en cojines la mayoría de veces). Pero aquí vendían ropa, ropa muy bonita. Desde vestidos de flores (de los bonitos, de los que no parecen cortinas) hasta chaquetas de cuero. Había alguna americana con tonos desgastados, vaqueros de todos los colores y de todos los modelos habidos y por haber. Parecía una tienda donde pudiera entrar a comprar desde una chica recatada hasta un chico 'malote'. Cabe resaltar que me alegró que en esa tienda no hubiera a la vista ningún tipo de chándal a la venta.

Debido a la inmensa variedad de ropa que ofrecían la tienda estaba dividida por sectores según el tipo de ropa. A la entrada estaban los cueros y tachuelas, que afortunadamente pasamos de largo. A continuación, estaban los vestidos de colores vivos, seguidos de las americanas y los pantalones de vestir. Al fondo y a la izquierda se leía el cartel de probadores.

-¿Quieres mirar algo en particular? -pregunté, expectante, a Alissa.

Tenía curiosidad por saber qué estilo de ropa compraría ella ahí. Puede que todas depende del mes. La corbata de su uniforme de camarera podría concordar con el cuero que pasamos de largo, pero la falda azul y la blusa blanca que llevaba aquel día a juego con una sandalias y un collar precioso me decían todo lo contrario.

- Hoy quiero mirar un vestido, no termina de convencerme ninguno de los que me traje cuando me mudé. Y ahora que está el sol en pie todos los días un vestido no viene mal para dar paseos.

║ El Chico Selfie ║ ©On viuen les histories. Descobreix ara