Lazos de sangre. Parte I

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Cuando ambos hombres se marcharon, recibí una visita inesperada.

—¡Vera! ¡Eres libre al fin!—exclamé, dándole un fuerte abrazo.

—En parte—rectificó—. Argos reconsideró las cosas y decidió mostrarme ante Daniel. Dos ases son mejores que uno...

Asentí, dándole la razón.

—Hablando de Daniel, piensa que los soldados de Argos me capturaron. No le mencioné que tú rompiste el pacto, ni tampoco le hablé de la profecía.

—Será lo mejor, por ahora—corroboró—. He venido a hablar contigo respecto a algo importante—añadió. Se mostraba seria, un poco impasible quizá—. Acompáñame a cubierta, por favor.

—Claro—acepté, preocupada.

Una vez en cubierta nos dirigimos a la proa. El romper de las olas contra la embarcación y el sonido del viento, ayudaba a solapar nuestras voces.

El cielo se mostraba diáfano y el sol arrancaba destellos de las aguas agitadas.

—El motivo de que viniera a verte—inició—, además de mi evidente preocupación por tu bienestar, radica en una idea que hace días me gira por la cabeza, una referida a tu origen.

Sus palabras captaron por completo mi atención y mis ansias aumentaron.

—¿Qué pasa con eso?

La mujer se mordió el labio y suspiró.

—Bueno... desde la primera vez que te vi, noté cierto parecido entre tú y Evelia. Después surgió el tema de tu nombre, que es el mismo que el de mi madre. También me percaté de la expresión que pusiste la noche en la que te quedaste admirando la fotografía de Jonathan, como si lo conocieras. Al principio pensé que podían ser simples coincidencias, pero luego hice la conexión y me di cuenta de la verdad más lógica. Supe que tú eras mi sobrina, Alise.

Mis ojos se abrieron como platos y mi mente se tornó un remolino de preguntas.

—¿Estás segura? No sabía que mi padre tenía una hermana...

No era la duda más importante, pero era la más fácil.

—Tu padre se llamaba Sebastián y tu madre Elisabeth ¿verdad? —asentí—. Una razón más para pensar que estoy en lo correcto. Sebastián y yo éramos hermanos gemelos, y ambos compartíamos la misma clase de dones mágicos.

—Pero tú te apellidas diferente— repliqué.

Una parte de mi quería creerle, pero la otra se negada a aceptar que mis padres me habían mentido durante toda mi existencia.

—Es porque uso el apellido de casada, pero también soy una Manson.

‹‹Es cierto que es mi tía. Lo que significa que el tirano es mi tío político y Evelia y Jonathan mis primos›› analicé.

¡El cruel y malvado Jonathan, torturador de seres humanos (y seguramente animalitos), portador de enfermedades y asesino de su propia hermana, llevaba mi misma sangre! ¡Vaya suerte la mía!

—Sé que esto es una gran sorpresa para ti, como para mí, y comprendo que estás muy confundida.

—¡Confundida y enfadada!—aclaré. Después volví mi vista al océano, afirmando mis manos en la barandilla con fuerza, para aliviar la tensión. Sentía que los ojos me escocían por efecto de las lágrimas—. Estoy muy molesta por las mentiras de mis padres. No logro entender qué motivos pudieron tener para mantenerme ocultas estas cuestiones. Además, ¿cómo impidieron que mis dones salieran a la luz? Porque es obvio que ellos tuvieron algo que ver en el bloqueo.

—Te entiendo pequeña—Vera posó su mano sobre la mía y la acarició, para reconfortarme—. Tal vez no pueda decirte por qué tus padres te mintieron, pero puedo explicarte cómo creo que mantuvieron ‹‹dormido›› tu poder.  

Místicas Criaturas. El RefugioWhere stories live. Discover now