Traición

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Llegamos al despacho, donde el tirano nos esperaba sentado detrás de su soberbio escritorio caoba, observándonos con aquellos ojos inefables

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Llegamos al despacho, donde el tirano nos esperaba sentado detrás de su soberbio escritorio caoba, observándonos con aquellos ojos inefables.

Tal vez fuese por efecto de la paranoia que me asaltaba cuando lo tenía enfrente, pero me pareció que en esa ocasión los leñosos leones tenían rasgos más feroces y salvajes...tal como los de su amo.

Al concentrarme en sus fauces, repletas de colmillos astillados, mi tensión aumentó.

Desvié la mirada hacia un depredador igual de peligroso, pero mejor camuflado, en el momento en que habló:

—¡Buenos días, queridos míos! —saludó e hizo un ademán para que tomáramos asiento en los sillones dispuestos frente a él.

Me ubiqué pegada a Daniel, y su aroma a cielo me otorgó cierta tranquilidad. Sé bien que el cielo no tiene fragancia —si exceptuamos la polución del ambiente— pero la fragancia de Daniel era como respirar aire límpido y puro, ozono fresco.

››Espero que hayan descansado bien y que el espectáculo de anoche les trajera nuevas perspectivas. En especial a ti, muchacho.

Daniel dirigió su mirada hacia mí, ignorando una vez más al soberano, para dar su respuesta. ¡Adoraba su forma sutil de rebeldía!

—Es momento de cumplir tu promesa Alise—dijo—. Recuerda que, pase lo que pase, debes confiar en mí de ahora en adelante.

—¿Qué te ha dicho muchacha? —increpó Argos, con ansiedad.

Debí apelar a otra de mis ‹‹habilidades naturales›› para elaborar una mentira convincente.

—No...lo sé... Creo que algo me ocurre—respondí, colocando ambas manos en mis sienes—. Lo he intentado, pero creo que ya no puedo entender al ángel.

El rostro Argos se desfiguró.

Sospechaba que iba a ser muy difícil convencerlo, y que pronto iniciaría una seguidilla de amenazas, pero Daniel se adelantó a todo evento, tomó una pluma del tintero del escritorio y un blog de papel, y comenzó a escribir.

Al culminar, me entregó la nota para que la leyera.

Accedía a la petición del infame. Conduciría a Argos a la ‹‹Tierra Mítica››, aunque tenía algunas condiciones.

—Es normal que quieras algo a cambio—repuso el mandatario, una vez que le comuniqué el mensaje—. Escribe lo que deseas y si es algo racional y justo lo tendrás.

‹‹Racional y justo›› ¡Como si el muy cínico conociera el significado de esas palabras!

Daniel comenzó un nuevo escrito, enumerando sus peticiones. Acto seguido, me lo entregó para que lo leyera.

Cité, con voz textual:

‹‹—En primer lugar, debido a que me veo obligado a romper una de las reglas fundamentales de ‹‹Tierra Mítica›› al llevar humanos allí, solicito que nadie salga lastimado: ni en mi hogar, ni aquí en ‹‹El Refugio››. Eso incluye a los seres sobrehumanos que integran ‹‹El Circo››

››En segundo lugar, necesito autonomía para moverme dentro del palacio, sin que los guardias me pisen constantemente los talones. Su ‹‹Excelencia›› ya posee suficientes armas para mantenerme retenido.

Hice una pausa, al leer la tercera cláusula. Aunque Daniel me había pedido total confianza, me sentía traicionada. Carraspeé para aclarar mi voz, la cual sentía estrangulada.

››Por último, Alise no hará el viaje con nosotros. Pero, mantendrá la posición de ‹‹persona intocable›› y sus privilegios dentro del palacio, hasta nuestro regreso.

No conocía con exactitud los detalles del plan de Daniel, pero odiaba que no me hubiera incluido en el.

El soberano meditó unos minutos su solicitud y al final accedió a todas sus demandas.

¡Era obvio!

Daniel no tenía forma de asegurarse de que cumpliese, solo contaba con la palabra de un vil tirano que podía vulnerar su promesa cuando quisiera.

Esperaba que el ángel no fuese tan iluso para confiarse del demonio.



Místicas Criaturas. El RefugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora