Capítulo 40: La Ejecución

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De pronto, pienso en Prim, que ni siquiera tenía catorce años, que no era lo bastante mayor para ser nombrada soldado pero que, de algún modo, estaba trabajando en en frente. ¿Quién la autorizó? Sin duda, no mi madre. De hecho, cuando se tomaban decisiones respecto a mi seguridad, salidas y entrenamiento, los líderes pasaban de la opinión de mi madre. Claro que hace rato que no me consideraban una niña, me trataban como un soldado más. No me cabe duda que Prim hubiera querido ir a ayudar, que era mucho más capaz que personas mayores que ellas. Pero alguien con un puesto importante tuvo que aprobar que una niña de trece años entrara al combate. ¿Lo hizo Coin pensando que al perder a Prim me hundiría? ¿O que me pondría de su lado sin fisuras, creyendo que fue culpa de Snow? 


Me levanto y voy por una toalla cuando la puerta del baño se abre sorpresivamente. Tres caras familiares intentan sonreírme, aunque ni siquiera Venia lo logra de manera convincente. O están destrozados por la guerra o les impacta ver mi cuerpo desnudo con los injertos y los moretones más oscuros de las costillas que se resisten a desaparecer. 


- ¡Sorpresa! -chilla Octavia, adelantándose pero se queda con el abrazo en el aire, temerosa de tocarme y se cubre la boca para ocultar un gesto de pesar.


¡Octavia, Venia, Flavius! -Me envuelvo en una bata y los abrazo, emocionada de verlos.


Están demacrados y más delgados, sobre todo Octavia, que era la más rellenita. Les pregunto por el destino de otros estilistas y equipos de preparación, cómo se las arreglaron ellos para sobrevivir.


- Nos encarcelaron después de tu fuga. Eso ayudó a mantenernos con vida, fue una suerte -contesta Flavius, aunque omite mencionar si les hicieron algo-. Luego nos deportaron al 2, donde nos tomaron rehenes los rebeldes... gracias a Plutarch y a Haymitch seguimos vivos... Somos el único equipo de preparación que sigue vivo, en realidad.

- Todos los estilistas del Vasallaje están muertos -añade Venia. 


No especifica quiénes los mataron, aunque empiezo a preguntarme si importa, al final, hubo asesinatos por ambos lados. 


Una vez seca, empiezan a arreglarme, a dejarme en base de belleza cero. Flavius hace milagros con mi pelo, consigue tapar una que otra calva, uniformarlo y trenzarlo con ayuda de un postizo. Sólo me he lavado el pelo porque es la ejecución, lo tenía muy apelmazado, dañado, reseco, dado mi rechazo a bañarme desde que salí del hospital. Como las llamas me respetaron la cara, ésta sólo presenta los desafíos habituales. Con el traje de Sinsajo, que tiene cuello subido y mangas largas, mis cicatrices no se ven, me sorprende lo normal que parezco por fuera cuando estoy destruida interiormente.


En eso, tocan a la puerta y entra Gale, trayendo mi carcaj. Luce extenuado, ojeroso. Una sombra de barba sin afeitar de dos o tres días.


- ¿Podemos hablar un minuto? -pregunta con voz ronca de cansancio. 

- Gale, te hacía en el 2... busc... -Me interrumpo de pronto, es evidente, por su aspecto y mirada, que no ha encontrado a Madge.

- Vengo llegando, el aerodeslizador aterrizó hace menos de una hora. La Presidenta... -Vacila un poco al ver a mi equipo de preparación.- Te traigo esto.


Venia, Flavius y Octavia van de un lado a otro, se chocan entre sí dando tumbos y terminan metiéndose en el baño para dejarnos a solas. Tomo el carcaj que Gale me ofrece y veo que que contiene una sola flecha normal. 

Sinsajo HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora