Capítulo 8: El Rayo

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Beetee enrolla y ajusta el cable al árbol, dejándolo tan tenso como estamos todos. ¿O soy sólo yo? Al menos, el ambiente se siente cargado de tensión. Subimos cerca de las nueve de la noche, por lo que Voltios tiene menos de tres horas para llevar a cabo su plan; Finnick y Peeta vigilan sus espaldas, Johanna y yo custodiamos un perímetro más ancho. De tanto en tanto, la tributo del distrito 7 le lanza miradas a su amigo del 4, miradas que se me antojan de complicidad, de que traman algo que nos ocultan al resto. O tal vez sólo me estoy volviendo paranoica (en especial después del ataque de los malditos charlajos).

Voltios se toma más de una hora, hora y media o más, en alambicar tronco y ramas con su cable. La ola arrasó ya la cuña de las diez y debe estar inundando la playa. Debemos apurarnos. 

- Katniss, tú y Johanna llevarán la bobina hasta la playa, desenrollando el cable a lo largo de la jungla, luego lancen la bobina al agua, dejen que se hunda y vuelvan a la parte alta... en la siguiente cuña de la una a las dos... si ven que tienen tiempo, avancen otra cuña más pero no regresen a la cuña del rayo ni a la playa hasta que yo haya podido evaluar el resultado -nos conmina con tono de profesor.

Vaya, esto no me lo esperaba... hacer dupla con Johanna Mason no figuraba en ninguna parte de mi mente. Miro a Peeta, indecisa. Él tampoco parece muy de acuerdo y se adelanta un paso.

- Iré con ellas, para protegerlas -declara con voz decidida.

- No, tú te quedas acá -lo corta Beetee- necesito que hagas eso por mí: prometieron cuidarme y mantenerme vivo hasta el final.

- No te lo discuto, Beetee... pero mi deber es cuidar de mi esposa y de mi hijo, que aún no nace y merece vivir -manifiesta mi esposo con énfasis y decisión (eso debe haber causado gran impacto en el público).

- Necesito  al menos dos guardias aquí, no poseo habilidades de lucha como ustedes y los profesionales son dos... 

- Finnick te cuidará, yo iré con las chicas -insiste Peeta.

- Necesito dos guardias... Enobaria y Brutus son dos, Finnick sólo tiene un tridente y yo estaré ocupado con el rollo del cable. Además, las chicas pueden defenderse solas y son rápidas... tú eres lento, las retrasarás -tercia Voltios, al menos tiene la razón con lo último.

- ¿Algún problema? -consulta Finnick acercándose al grupo, había estado muy callado observándome y observando a Peeta.

- No, ningún problema -contesto aproximándome a mi esposo, hasta que quedamos frente a frente. 

Intento decirle con la mirada que tendremos que ceder en este punto para no levantar sospechas hasta que logremos estar solos. 

- Te veo a medianoche -se despide mi chico del pan, posando sus manos en mis hombros.

- Te veo a medianoche -repito la frase y el gesto, posando mis manos en sus hombros.

Nos abrazamos y besamos, no quisiera desprenderme nunca de sus labios pero alguien carraspea y Johanna nos arruina el romanticismo.

- Ya basta, tortolitos... tenemos que irnos, no quiero morir frita y supongo que el sinsajo no querrá chamuscar su plumaje -exclama con impaciencia. 

- Exacto, si quieren lograrlo a tiempo, tienen que partir ahora -ordena Voltios.

Johanna lleva primero el cable y comienza a desenrollar, yo vigilo. A mitad de la jungla cambiamos de trabajo. Casi no hablamos. Repentinamente, el cable se tensa, la punta serpentea y se enrosca a nuestros pies. Alguien, no muy lejos, ha cortado el cable... y pronto estará aquí. Levanto mi mano y mis dedos se cierran en las plumas de una de mis flechas, cuando siento el golpe en la sien izquierda. Lo siguiente que sé, es que estoy de espaldas en el suelo, con Johanna sobre mi, sus rodillas en mis hombros, yo intentando liberarme de su traicionero ataque. Pero me entierra un cuchillo en el antebrazo y me corta la carne con él, luego me embetuna la cara y cuello con mi propia sangre. Estoy confundida. Pero sé que Johanna me golpeó con el cilindro metálico del cable, me noqueó tan bien que estoy viendo doble y borroso, además de sentir gran confusión dentro de mi cabeza. Siento pasos que se acercan a nosotras.

Sinsajo HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora