Capítulo 22: Enjaulada en el 13

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- Mis felicitaciones. El resultado es mejor de lo esperado. Es una gran suerte que Annie Cresta haya podido escapar de sus captores y localizarlos. Sin embargo, tengo que cuestionar el excesivo margen de riesgo con el que han jugado. El ataque en el 4 era previsible, dadas las circunstancias que era un hecho que Snow quería tenderle una celada a Finnick Odair; por lo tanto, creo que debemos analizar más a fondo la decisión de enviar al Sinsajo y sus aliados a un combate real -expresa Coin en la sala de Comando del 13.

- Fue una decisión difícil. Pero todos estuvimos de acuerdo que no conseguiríamos ninguna propo decente si los poníamos a grabar en un estudio -responde Plutarch; Boggs y Haymitch asienten su acuerdo.

¿La decisión de enviarnos a combate real? ¿Que Annie escapó y nos localizó por pura casualidad? ¿Entonces en realidad Coin no sabe que desobedecimos órdenes de manera flagrante, dopamos a Haymitch, liberamos a Gale, hurtamos un vehículo y, en resumen, huimos de nuestros guardaespaldas? Miro a Boggs, que ya no tiene la máscara plástica sobre el rostro, por lo que puedo leer en sus ojos y en su expresión que todo eso quedará entre nosotros. Se lo agradezco profundamente. Durante el viaje de regreso al 13 en aerodeslizador, mis amigos y yo casi no hablamos; Finnick sólo tenía ojos y oídos para Annie, Gale masticaba su rabia por no ir al Capitolio y Johanna despotricaba por no poder cortarle la cabeza a Snow. Yo estaba demasiado preocupada por las repercusiones al haber desobedecido, pensando: ¿Le habremos quitado a Peeta y Madge la poca protección que podíamos ofrecerle? ¿será Coin capaz de anular nuestro acuerdo sobre la inmunidad de los prisioneros de Snow? La Presidenta manifestó que si me desviaba del objetivo, se anulaba el acuerdo de inmunidad. Era todo lo que podía pensar hasta ahora. Hubiéramos querido ir directo al Capitolio desde el 4 pero Haymitch, Boggs y Plutarch nos coaccionaron a volver al 13, pensando en la seguridad de Annie, que no quería por ningún motivo separarse de Finnick otra vez ni volver a pisar el Capitolio. Y que no tenemos el entrenamiento necesario para una misión de rescate. 

Vemos la nueva propo que han grabado, el combate en el 4. Ni siquiera me percaté que el equipo de filmación estuvo presente. En el 8 me impresionaron al seguirme al tejado durante el bombardeo y obligar a Plutarch a retroceder para conseguir las imágenes que querían, hicieron su trabajo más que de sobra, se enorgullecen de él. Como Cinna. Ahora volvieron a arriesgarse grabándonos en pleno combate. Se me ocurre la extraña idea que si estuviéramos juntos en los Juegos, los escogería como aliados.

Plutarch ha bautizado la propo como "La Liberación de Annie", porque es lo que en realidad ocurrió (aunque a Coin le contaron otra versión) y porque hay que emocionar al público. Finnick y Annie no están presentes en la reunión, tampoco Cressida y Mesalla ya que están grabando una entrevista con ellos y editando imágenes aún más emotivas de su reencuentro tras la pelea en la aldea de los pescadores. Pero ahora estamos viendo las imágenes aéreas y terrestres de la batalla campal en la playa del distrito 4 y ver todo de nuevo me resulta chocante, son demasiadas muertes en ambos lados. Siento naúseas de ver tanta sangre derramada. Si a eso le sumamos que deben haber servido estofado de calabacín con ajo al desayuno, porque mientras más gente se acumula en la sala, más huele, no resulta una buena combinación para mi sistema digestivo. Se me revuelve el estómago y de repente las luces me resultan demasiado brillantes. Coin no pronuncia ni una palabra de respeto o reconocimiento siquiera por la gente del 4 que murió por la causa y eso me choca y me repele tanto como el olor a ajo. ¿Acaso no le importan? ¿Es que también se parece a Snow en eso de ver a la gente como simples números o peones a su servicio? 

Siento que la sopa y las sales rehidratantes que mi madre me dio en el hospital para recomponerme suben de vuelta por mi garganta. Intento tragar y respirar profundo, pero me llega más olor a calabacín con ajo y no lograré retener las naúseas. Me tapo la boca y me levanto botando la silla, intento llegar a la puerta antes de expulsar todo, por suerte alguien me pasa un tacho con papeles, creo que fue Gale porque me está sosteniendo mientras vomito en un rincón.

Sinsajo HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora