Capítulo 17: El Sinsajo

811 59 12
                                    


Fracaso. Un auténtico fracaso. Esas tres palabras resumen nuestra primera propo.

Después de verla y analizarla con Plutarch, Haymitch, Boggs, Jackson y los otros comandantes, más Coin y otras personas a través del holograma que nos mantiene en contacto con el 13, todos concluyen que somos un desastre actuando, los cuatro. Además, al encargado de la máquina de humo se le pasó la mano y todos tenemos los ojos llorosos y  tosemos de lo lindo entre medio de nuestras líneas. De tanto verla, ya me resulta casi cómico ver a Finnick con cara asustada y confusa al olvidar su texto, lanzando con rabia el muñeco que aterriza sobre Gale, derribándolo mientras profiere algunos garabatos que no estaban en el guión, luego se para y se mueve con torpeza, todo tieso. Johanna tampoco se queda atrás con los insultos y se manda un buen surtido de improperios al decapitar su muñeco. Ganas no me faltaron de mandarme algunos cuantos tacos también pero me abstuve y fui la única que pudo decir su línea completa sin cambiarla ni equivocarse. Ahí estoy yo ahora en primer plano. Miro a la mujer en la pantalla. Su cuerpo parece más alto, más imponente que el mío; tiene la cara manchada pero sexy; las cejas son negras y las frunce en un gesto de desafío; le salen volutas de humo de la ropa, como sugiriendo que acaba de apagarse o está a punto de arder. No sé quién es esta persona. Es obvio que me han retocado, igual que a mis compañeros, pero mi cuerpo y mi voz están como descoyuntados, van a saltos, igual que una marioneta a la que manipulan fuerzas invisibles. 

 La verdad, resulta sorprendente que haya sobrevivido tanto tiempo a las cámaras. El mérito, por supuesto, es de Peeta. Sola no puedo ser el Sinsajo. Johanna y Finnick han pasado unos años más que yo en el Capitolio y, por tanto, más tiempo frente a las cámaras... pero de todos modos su actuación no convence a nadie. Gale y yo somos un completo fiasco. Recuerdo cuando nos burlábamos de los tiesos y estirados actores del Capitolio que actuaban en cursis comedias románticas o melodramas para entretención de las masas. Pues ahora nosotros los superamos, nadie daría un centavo por vernos actuar. 

Mi mentor trata de convencer a Coin y el resto de nuestra incapacidad frente a las cámaras. Sigo enojada con él por no haber cumplido su promesa y evito mirarlo desde que llegamos al 8 ayer. Aún así, supe inmediatamente que estaba en lo cierto sobre nuestra actuación. Sobre todo la mía. Ha tardado media mañana en convencer a los demás de mis limitaciones y las de mi primo y amigos; que no somos capaces de hacerlo, que no podemos plantarnos en una batalla falsa con armas de utilería, disfraces, maquillaje y una nube de humo falso y arengar a los distritos a la victoria. Menos en un estudio de televisión. 

- De acuerdo -dice Haymitch cuando acaba de hablar-. ¿Alguien está dispuesto a afirmar que "esto" nos va a servir para ganar la guerra? -nadie lo hace-. Eso nos ahorra tiempo. Bueno, vamos a guardar silencio un minuto. Quiero que todos piensen en un incidente en el que Katniss Everdeen los conmoviera. No cuando envidiaban su peinado, no cuando su vestido ardió, ni cuando disparó medio bien con un arco. No cuando Peeta hacía que les gustara. Quiero oír un momento en el que ella en persona los hizo sentir algo real.

El silencio se alarga y empiezo a pensar que no se acabará nunca hasta que habla Finnick:

- Cuando se ofreció voluntaria para ocupar el lugar de su hermanita Prim en la cosecha. Porque estoy seguro que pensaba que iba a morir.

- Bien, un ejemplo excelente -dice Haymitch agarrando un rotulador morado para escribir, borrando con la manga lo que estaba anotado en la pizarra-. Espero que eso no haya sido importante. Otro.

Me sorprende que el siguiente sea Boggs, a quien había tomado por un robot musculoso que hacía cumplir la voluntad de Coin. Ella está al otro lado de la pantalla, observando sin hablar como siempre, mirando todo con sus ojos fríos. La acompañan Beetee y algunos ciudadanos del 12 que me conocían: Sae, la grasienta; Delly Cartwright, compañera mía y de Peeta; Brock, el encargado de la Aldea de los Vencedores. 

Sinsajo HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora