Capítulo 19: ¿Qué te han hecho?

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- Sí -susurro y la luz roja parpadeante de una de las cámaras capta mi atención, me están grabando-. Sí -digo con más énfasis y todos se alejan para dejarme espacio-. Quiero decir a los rebeldes que estoy viva, que estoy aquí, en el Distrito 8, donde el Capitolio acaba de bombardear un hospital lleno de hombres, mujeres y niños desarmados. No habrá sobrevivientes -aseguro, y la conmoción da paso a la furia-. Quiero decirles que si creen por un sólo segundo que el Capitolio nos tratará con justicia, están muy equivocados. Porque ya saben quiénes son y lo que hacen -añado, levantando las manos automáticamente, como señalando el horror que me rodea-. ¡Esto es lo que hacen! ¡Y tenemos que responder!

Me muevo hacia la cámara, llevada por la rabia.

- ¿El presidente Snow dice que está enviándonos un mensaje? Bueno, pues yo tengo uno para él: puedes torturarnos, bombardearnos y quemar nuestros distritos hasta los cimientos, pero ¿ves eso?

Una de las cámaras sigue mi dedo, que señala los aviones que arden en el tejado del almacén que tenemos delante. Se ve claramente el sello del Capitolio en un ala, a pesar del fuego.

- ¡El fuego se propaga! -grito, decidida a que oiga cada una de mis palabras-. ¡Y si nosotros ardemos, tú arderás con nosotros!

Mis últimas palabras quedan flotando en el aire, es como si se hubiera parado el tiempo, como si estuviera suspendida en una nube de calor que no surge de lo que me rodea, sino de mi interior.

- ¡Corten! -exclama Cressida y su voz me devuelve a la realidad y extingue mi fuego, asiente para darme su aprobación-. Toma buena.

- Vamos, Katniss, Haymitch dice que el aerodeslizador de los rebeldes puede bajar por nosotros -señala Finnick, que tiene una herida en el muslo.

Me doy media vuelta buscando a Gale, sus ojos se encuentran con los míos, y veo una infinita impotencia. Luego sigo su mirada hasta el hospital, justo a tiempo de ver cómo cede el resto de la estructura en llamas, siento que mi rabia y fuego internos se apagan, dejo de luchar. 

- ¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué matar gente que ya se estaba muriendo? - le pregunto con un nudo en la garganta.

Todas esas personas, los cientos de heridos, los parientes y los médicos del 13, ya no existen... todos muertos.

- Para asustar a los demás, para evitar que los heridos busquen ayuda. La gente que conociste hoy, era prescindible, al menos para Snow. Si él gana, ¿qué va a hacer con un puñado de esclavos deteriorados?... ¿ponerlos en trabajos forzados? ¡No le importaban, Catnip! Eran desechables para Snow... así ve él a la gente de los distritos...

- Exacto... para él somos desechables, sólo números, no personas -indica Johanna, con rabia contenida-. Al menos, su sufrimiento acabó rápido... -dice por último, mirando los escombros que arden en medio de una nube negra.

Recuerdo todas esos años en el bosque, escuchando a Gale despotricar contra el Capitolio... cuando cuestionó la existencia del hospital y el hacinamiento de heridos, Gale no pensaba en contagios, infecciones u olores nauseabundos, sino en esto... porque él nunca subestima la crueldad a la que nos enfrentamos.

- De vuelta a la pista y al campamento -ordena Boggs, más resignado que enfadado.

Su voz tiene un leve tono nasal, se soba la nariz hinchada, escucha con atención por el auricular y emite un gruñido gangoso, "código 51", comenta haciendo gestos a un par de soldados. Me reviso y me revisan, no tengo heridas graves, al menos no visibles, sólo cortes y machucones. Finnick y Johanna no están tan mal tampoco el resto del pelotón ni equipo fílmico; Gale tiene una herida en la frente sobre toda una ceja, como si se hubiera raspado contra el asfalto. El que luce peor es Boggs, que recibió una patada de mi mejor amigo, cuando el comandante trató de atraparme para que no subiera al tejado a disparar. Ahora Gale sí lo pagará y con creces: lo esposan y queda bajo custodia, eso es el código 51. Creo que le rompió la nariz a Boggs. 

Sinsajo HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora