Capítulo 28

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Estaba parada frente a la puerta de la habitación de Harry, sin camisa, sin sujetador, sin pantalón y solo en bragas que al parecer fue lo único en no ensuciarse

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Estaba parada frente a la puerta de la habitación de Harry, sin camisa, sin sujetador, sin pantalón y solo en bragas que al parecer fue lo único en no ensuciarse.

La toalla, el jabón y el agua habían sido efectivas al momento de limpiarme, pero no me proporcionaban ningún tipo de protección. Solo mi mano sobre mi pecho cubría mi torso.

Observe alrededor, no había ninguna toalla grande, y envolverme en papel higiénico sólo iba a conducir a que yo pareciera una momia. Eso me regresaba a mi estado actual, con frío, frente a la puerta de la habitación de Harry, y desnuda.

Suspiré, era hora de usar el grito.

—¡Harry!— apoyé mi cabeza en la madera de la puerta —¡Harry!— grité una vez más

—¿Qué pasa, Cassie? ¿Estás bien?— su voz sonaba seriamente preocupada.

—Sí, mentalmente— respondí para aplacar su preocupación —Pero mi cuerpo no puede decir lo mismo— miré mi torso y el brazo sobre mis senos, el frío comenzaba a afectarme.

—¿Qué significa eso?

—¿Tienes ropa la cual puedas prestarme?— decidí no responderle, entre más rápido consiguiera ropa, mejor.

—Oh— exclamó y se quedó callado un momento —Claro, lo había olvidado, ya traigo algo— asentí, luego recordé que no me veía y rodé los ojos, tal vez el alcohol que no había bebido me estaba afectando.

Calculé al menos dos minutos antes de escuchar un par de toques en la puerta. La abrí por un costado y extendí mi mano para recibir la ropa. Mi extremidad fue tomada y sentí un beso ser depositado en ella, cerré los ojos, no podía estar haciendo aquello, no justo allí, con mi cuerpo casi desnudo.

Algo suave fue puesto en mis manos y rápidamente atraje la mano y su contenido hacia adentro de la habitación. Cerré la puerta y puse el seguro una vez más.

Cerré los ojos, era difícil quererlo de vuelta y quererlo lejos. Mi corazón y cerebro estaban en conflicto, y por desgracia quien pagaba los platos rotos era mi cuerpo recibiendo señales mixtas todo el tiempo.

Un suéter de algodón y un pantalón corto de tela fue lo que había recibido. Eran de Harry, no solo por la talla definitivamente más grande que yo, o porque fueran prendas de hombre, sino por su olor, su aroma estaba sobre las prendas, llevarlas puestas era como tenerlo a él rodeándome con sus brazos.

Abrí la puerta y salí del baño, lo encontré sentado en la cama, mirando sus manos. Alzó la cabeza en cuanto escuchó la puerta cerrarse.

—Te ves bien.

—Gracias— me balanceé en el lugar en el cual estaba de pie, se sentía como si estuviera bajo la mirada de un juez.

>>Necesitaré lavar esto para usarlo mañana— levanté en el aire la ropa que apestaba a alcohol, pero la cual era mía —Aunque esta, la cual estoy llevando puesta, es muy cómoda, no sería la mejor opción para llegar a casa, no sé si lo entiendes.

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