Capitulo 27

4.5K 336 13
                                    

Primer día

Abrahel y el conde salieron del castillo en cuanto la noche cayó, el conde ya le había explicado que harían en ese tiempo, solo tenían que ir alrededor del mundo en busca de las diferentes razas y clanes de vampiros existentes, Abrahel estaba emocionada, viajaría por todo el mundo a encontrarse con ella misma, ya que desde que había llegado al castillo del conde no se sentía ella misma, ni siquiera se sentía parte de algo, era obvio el porqué, una de las esposas del conde estaba a cargo de molestar a Abrahel, hacerla sentir cómo si no perteneciera a algo, todo era parte del plan de Sátanas, y como siempre, éste estaba funcionando.

Abrahel se acercaba a la ventana del carruaje, estaba fascinada con los paisajes que el viaje le mostraba, las puestas de sol y los amaneceres eran para ella lo mejor que podía presenciar, aunque al conde no le agradaban del todo y terminaba por cubrirse completamente con las sabanas más oscuras y pesadas que tenían, a Abrahel no le molestaba el sol en absoluto, y eso la hacía pensar, ella era un vampiro por una parte, pero a ella no le afectaban las mismas cosas que a el conde, eso la intrigaba, por eso el viaje se le hacía la manera más increíble para poder resolver sus dudas, la chica sacó su libreta de notas y comenzó a escribir todo.

Capítulo uno.

Este es un diario recopilatorio de todo lo que vaya descubriendo, mi plan es hacer una especie de "diccionario de vampiros" así que comenzaré conmigo, ya que supongo que soy una especie nueva.

Soy Abrahel, puedo salir a la luz del sol, no es necesario que me alimente de sangre humana ya que puedo comer alimentos humanos sin problema alguno, aunque la sangre me da fuerzas y energías suficientes, por eso solo la consumo una o dos veces al año.
las cruces, el ajo, y el agua bendita tampoco suelen afectarme. Mi única debilidad por así decirle son los ruidos, al parecer tengo mejor desarrollado el oído que el conde, e incluso Luca, así que supongo que será así con la mayoría de las especies que conozca.

Abrahel cerró la libreta y se quedó profundamente dormida, tanto ajetreo la había cansado, estaba nerviosa, al fin empezaría un largo y estimulante viaje para ella.

Lo que no sabía es que tenía a alguien que la vigilaba a la distancia...

La primera parada fue en Grecia, en Epiro para ser exactos, Abrahel estaba emocionada, y sacaba su libreta para anotar todo, incluso lo más insignificante, ahí encontraron a la raza de los Brucolako, un antiguo amigo del conde, un hombre alto, bien fornido y una tupida barba, lo cual le daba un elegante aspecto, su nombre es Alexander, cuyo nombre significa protector, el cual le quedaba como anillo al dedo, ya que cuidaba de todo el clan, a La chica se le hacía emocionante saber que a la mayoría de los vampiros de esa zona no les agrada mucho el estar en solitario, prefieren estar en grupos, o mejor dicho, clanes.

Abrahel y el conde estuvieron una semana completa con los Brucolako, todos se sorprendieron al ver a Abrahel, se les hacía completamente distinta, ya que ella no era inmune al sol, no le afectaba lo mismo que a ellos, aunque a ellos tampoco se les podía matar tan fácil, al final de la semana Abrahel se había encariñado con todo el clan, no se había divertido así desde...no lo recordaba con exactitud, pero a ella le dolía el pecho tratando de recordar.

Abrahel y el conde se subieron a la carreta mientras los neófitos recién convertidos del clan (que la mayoría eran adolescentes y jóvenes) se despedían enérgicamente de ellos, mientras Alexander los miraba con los brazos cruzados y con una amplia sonrisa, sin duda todo el clan esperaría ansioso otra visita de Abrahel.

Subieron al carruaje, Abrahel y el Conde salieron entrando la noche, la cual pasaron platicando de lo mucho que se habían divertido con los Brucolako, al parecer el conde era un viejo amigo de Alexander y ya llevaban décadas de conocerse, la platica fue muy amena hasta que los tenues rayos del sol comenzaban a manifestarse, la señal perfecta para que el conde comenzará a dormir, el conde se despidió de Abrahel y se cubrió con sus pesadas sabanas, la chica espero un poco más, se quedó observando el hermoso paisaje de Grecia, su amanecer lo encontraba distinto al de Rumania, pero aún así no le quitaba lo hermoso.
La chica sacó su libreta de notas y comenzó a escribir un nuevo capítulo:

Capítulo dos.

Los Brucolako.

Son vampiros provenientes de las regiones griegas de Tesalia y Epiro, su piel es dura y áspera, y su potente voz corta la noche en busca de alguien que responda a su llamada. Son amantes de la sangre tanto como del vino, tienen una pinta de ser rudos, pero ya que entran en confianza contigo pueden robarte el corazón, para ser un demonio nadie te trata más amablemente que ellos.

Solo existen sólo dos formas de matarlos: quemarlos , o atravesarlos en la cabeza con una rama de fresno, teniendo la precaución de no herir sus ojos, de otra manera, estos pronto recobrarían sus fuerzas. sólo es posible enfrentarlos durante el mediodía, ya que los Brucolakos pueden inmovilizar al atacante con su mirada, aunque su tumba sea abierta durante el día. Aparentemente, sus poderes persuasivos disminuyen cuando el sol alcanza su cénit.

Los Brucolakos no convierten a nadie a menos de que este este a punto de morir y quiera aferrarse a la vida, ellos consideran el vivir eternamente como un privilegio, y es por eso que tratan de no meterse en problemas, su filosofía es: cazar y huir. Nunca se quedan cerca del lugar donde cazan por mucho tiempo, sólo van a lo que van.
Ellos también cazan lo más lejos posible del lugar donde viven, no quieren quedar como sospechosos por los demás aldeanos. Son muy cercanos, y cada miembro del clan cumple una función. Todos se consideran una familia, por eso el clan es lo más importante para ellos, prefieren morir que delatar y poner en peligro la seguridad del clan.

Abrahel cerró la libreta y se acomodó para dormir, había empezado su aventura, y la hacía muy feliz.

La princesa del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora