capítulo 24

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El conde era muy amable con Abrahel, siempre estaba al tanto de ella, en la misma noche de su llegada llevó a Abrahel a la ciudad más cercana a comprarle los vestidos más caros que hubieran, Abrahel se sentía extraña, a pesar de ser de la realeza y tener todo lo que quisiera, regalos y cosas por el estilo, nunca se acostumbró a que una persona fuera tan amable con ella, regresaron al Castillo y en la puerta estaba Luca esperándolos

-Bienvenidos a casa ¿tuvieron buen viaje?.-sonrió amablemente Luca mientras recibía a El conde y ayudaba a bajar del carruaje a Abrahel

-¡De maravilla! Le compré a la señorita Abrahel vestidos hermosos, aunque me hubiera gustado poder comprarle más ¿quieres más vestidos? Podemos ir a Budapest la otra semana....incluso podemos ir a París.-decía el Conde demasiado animado, al parecer nunca había tenido una chica en su castillo

-No se preocupe conde, estoy bien.-dijo Abrahel con una sonrisa

-Está a unas de amanecer, debería ir a dormir amo.-dijo Luca mientras tomaba las cosas del carruaje

-cierto, debo irme, espero me perdone señorita.-el conde tomó de la mano a Abrahel y le dio un beso

-no se preocupe, descanse Conde.-respondió la chica amablemente, el conde se retiró.

Abrahel y Luca entraron al castillo, la chica se había dado cuenta que no había tanta servidumbre, sólo había visto a Luca y a Sebastián

-oye Luca, tengo una pregunta.-dijo Abrahel en voz baja, temiendo que el conde despertara.-¿hay más servidumbre? ¿o tú haces toda limpieza del castillo sólo?

Luca soltó una ligera carcajada, al parecer la pregunta de Abrahel se le había hecho demasiado graciosa

-claro que sí señorita, nadie más trabajaría en éste lugar, al menos nadie cuerdo.-contestó en un tono irónico

Abrahel agradeció que le respondiera y se dirigió a la biblioteca del castillo, era la primera vez que iba ahí, y al ver ése lugar lleno de tantos libros Abrahel se sintió completamente extasiada, le recordaba a su hogar, escogió el primer libro y se sentó en una mesa pequeña que se encontraba ahí, pasó horas y horas leyendo, cuándo se dio cuenta ya era de tarde, casi estaba a punto de anochecer a la chica se le había olvidado bañarse y ponerse otra ropa, seguramente el conde se ofenderia si ella no se ponía alguno de sus regalos, corrió rápidamente hasta si habitación, se desvistió, se metió a la bañera.

el agua estaba un poco fría, pero a Abrahel le gustaba así, comenzó a cantar y pasado un rato sintió una presencia atrás de ella

Abrahel volteó a ver y era una mujer, muy hermosa, era rubia, con facciones muy finas, parecía muñeca de porcelana, la mujer estaba en silencio observando con detenimiento a Abrahel, tenía una sonrisa tenue en los labios y jugueteaba con un mechón de su cabello

-¿Disculpa quieres algo?.-preguntó Abrahel un poco tímida

-Tú no eres común.-dijo en voz baja.-¿Qué eres?

-mí nombre es Abrahel, soy un vampiro.-contestó Abrahel levantándose de la bañera, mostrando su desnudez a la mujer, tomó una toalla y se cubrió, estaba desconcertada por la actitud de ésta mujer

La mujer comenzó a reír, su risa hizo eco en la habitación

-¿Dije algo gracioso?.-preguntó Abrahel

-nisiquiera sabes quién eres ¿éso no es gracioso acaso?

La mujer tenía un acento distintivo, era cómo el del conde, parecía que ella era del lugar, pero Abrahel no le tomó mucha importancia a éso

-¿Disculpa cómo te llamas?.-preguntó la chica vistiendose rápidamente

-No debería preocuparte quién soy en realidad...una verdadera pregunta sería ¿quién eres tú? ¿Qué es lo que eres realmente?

-Soy un vampiro ¿verdad?.-preguntó la chica dudando

La mujer comenzó a reír

-Tranquila, no le hagas caso a un fantasma

Dicho ésto la mujer desapareció al instante, dejando en Abrahel la duda más grande de todas

¿Qué era ella?

La princesa del infiernoWhere stories live. Discover now