Capítulo 25 - NUEVO

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Sacando su celular, llamó a Val, otra que probablemente también había pasado una buena tarde.

—Val, quiero saberlo todo —dijo apenas su amiga contestó.  

—Cielos, que impaciente —dijo Val riendo—. Bueno, la pasamos muy bien, fuimos a comer... Cris es lindo.

Por el tono de su voz era fácil imaginar que Valeria Díaz estaba totalmente ruborizada. Sara sonrió, estaba feliz por su amiga, pero no quería asustarla con preguntas.

—Ahora estoy un poco agotada —dijo finalmente—, pero espero que mañana me cuentes todo, yo también tengo que contarte algo. ¡Ah! y me encontré a Brown...

Val bufó.

—¡Que pesadilla! Y hablando de seres insoportables; hace un rato hablé con Tommy y parece que todo estuvo muy aburrido con Emma.  

—¿En serio? Con ella, no lo dudo —Sara sonrió aliviada— Nos vemos mañana.

El hecho de que la reunión entre Tomás y Emma fuera aburrida la hizo sentirse tan bien que sintió vergüenza. Ella no tenía derecho a opinar sobre esa reunión después de haber incumplido su promesa y beber un poco de cerveza para no quedar mal con Alex. Sara agarró otra de sus almohadas y la abrazó mientras le enviaba un mensaje de texto a Tomás para avisarle que ya tenía su auto, ella esperó un rato por alguna respuesta, pero no llegó ninguna. ¿Estaría con la dueña del bolso rosa?

—Cállate cabeza —murmuró en voz baja—. No me estás ayudando.

Cuando Sara se despertó al otro día aún seguía abrazando la almohada y tenía su celular en la mano, se había quedado dormida buscando algunas imágenes de las obras de Dalí. Su cuerpo se sentía pesado y adolorido, pero el escalofrió que sentía era la peor parte.

Esa noche había soñado, pero no con María, había soñado con frio y una profunda oscuridad de la que no podía salir. Por alguna razón, Sara sintió miedo de volver a cerrar sus ojos, no quería volver a ese lugar.

¿Dónde estaba su nana? Había algunas noches en que no soñaba con ella, pero siempre se había sentido en su compañía, ahora se sentía completamente sola. Sara intentó recordar las palabras de María en su último encuentro en sueños, ¿Estaría cometiendo algún error y María había decidido castigarla? O probablemente podría ser que su locura temporal estaba pasando, pero en realidad no importaba si era una locura, quería a María en sus sueños.

—Vuelve, nana —murmuró tristemente mientras se levantaba.

Ese día decidió regresar al uniforme tal y como lo había cambiado la asistente de Harry con su falda corta y camisa con detalles. La mañana estaba oscura y fría y quería pensar que por esa razón había despertado con su cuerpo tiritando y no por el sueño, Sara se cubrió con un abrigo, se puso mallas y una de sus botas nuevas, ya lista fue por su maleta cuando vio al lado una canasta gigante y decorada como regalo que no había visto antes. Con la canasta en sus manos, se sentó en la cama y la abrió, estaba llena de maquillaje de la marca Excel, su papá la había dejado allí la noche anterior con una nota: “FELICIDADES, HIJA. ERES LA PRIMERA EN TENER TODA LA COLECCIÓN”.

—¡¿Cómo puedo ser tan tonta?! —se reprendió. Tal vez por esa razón su papá la estaba esperando la noche pasada en el Penthouse y ella ni siquiera se había fijado en esa canasta. Mirando la cantidad de productos que había calculó que tardaría años en usarlo todo, tal vez debería llevar para regalar a sus compañeras de clase y a alguna profesora. En el interior de la canasta también había un catálogo, al ver que ella era la portada sintió miedo de ver el resto, tenía miedo de no salir bien.

Usando uno de los paquetes de compras, Sara separó varios productos y bajó a la cocina, Joss estaba cocinando y cantando alegremente y el rugido de su estómago le recordó que llevaba bastante tiempo sin comer. El aroma a comida era quizás lo único que quedara de hogar en ese penthouse.

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