52. No todos somos iguales

23 7 2
                                    

La merienda estaba resultado muy agradable. Ryuko se divertía mucho viendo a Kyojin y Akane peleándose por los pastelillos de chocolate. Akira les miraba sintiendo una extraña sensación ¿Qué era? Estaba en su casa, un ambiente cotidiano, con sus amigos, con Kyojin, su amigo de toda la vida y con Ryuko y Akane a las que también conocía hacía ya tiempo. Todo cotidiano, no parecía haber nada extraño, su hermana se había marchado, su madre también obligó a salir a su padre con ella... todo cotidiano; todo era normal pero no lo era, sentía algo distinto en el ambiente, quizás era el hecho de que Akane llevaba puesto ese kimono tan cargado de recuerdos de su infancia o ese ambiente tan relajado o el juego que habían iniciado Kyojin y Ryuko de lanzarse miradas furtivas y desviarlas rápidamente cuando se cruzaban... ¿Qué era? ¿Qué era?

—Ryuko —habló Akira—. ¿Qué te han dicho tus padres de lo que pasó ayer?

—Ah, pues... nada. No se lo he dicho.

—¿Por qué no se lo has dicho? —preguntó extrañado Kyojin.

—Porque prefiero que no lo sepan.

—¿Y cómo vas a explicar lo del castigo? —se interesó Akira.

—No... no lo sé. Les diré que es un castigo para toda la clase o no se.

—Ryuko no está castigada —aclaró Akane—. Si no quiere, no va.

—¿Pero no va a hablar la directora con tus padres? —Se preocupó Kyojin.

—No. No quiero que sepan que me utilizaron para...

—Bueno, tranquilízate —habló suavemente Akira—. No pasa nada y nadie te culpa a ti de nada, sería absurdo.

—Fue culpa mía —se oyó susurrar débilmente a Akane, como en un quejido.

Los tres la miraron, Akane había cruzado sus brazos por delante de su estómago como si le doliese e inclinado ligeramente mientras se balanceaba hacia delante y atrás, de una forma suave y casi imperceptible, pero lo hacía; su mirada parecía perderse en algún punto del suelo y todo su rostro reflejaba cierta tensión.

—Ha sido culpa mía —repetía como una letanía.

—¿Akane, te encuentras bien? —preguntó alarmado Kyojin.

—¿Te duele algo? —También se preocupó Akira.

—Akane —La voz de Ryuko parecía temblar, inspiró fuertemente—. Akane —repitió esta vez de forma más segura—. ¡Akane mírame!

Akane solo levantó los ojos un poco y la miró con pena durante unos segundos.

—¿Qué te pasa? —No sabía por qué pero Akira comenzaba a alarmarse—. ¿Akane?

Ryuko se levantó bruscamente y se acercó al sofá donde estaban sentados Akira y Akane. Estaba muy nerviosa, no podía ser, no podía volver a pasar, tenía que hacer algo ¿qué hacía?

Repentinamente empujó a Akira haciendo que cayese sobre Akane, llevado por la sorpresa, el cuerpo de Akira no opuso resistencia y arrastró a Akane tumbándola en el sofá, quedando ambos en una situación que vista desde donde estaba Kyojin resultaba de lo más comprometida.

Akane abrió los ojos y miró confundida a Akira que intentaba incorporarse sin tocar el cuerpo de Akane pero era más complicado de lo que parecía, así que cuando consiguió apoyar una de las manos en el sofá se quedó quieto, sopesando como levantarse, casi parecía paralizado.

—Lo siento —dijo Ryuko atropelladamente—. Es que me he resbalado, que torpe.

—¿Se puede sabes que pretendes, ciervo del demonio? —bramó al fin la chica.

Con sabor a mandarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora