31. Sentimientos encontrados

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Momoka podía estar más contenta, podía estar más alegre y no era que estuviese aburrida o disgustada, no, ella se lo estaba pasando genial durante la celebración de la victoria, el ambiente era muy alegre, todo el mundo repartía sonrisas, ella estaba al lado de Kamui, al que se le veía, para lo poco expresivo que solía ser, satisfecho. La coquetería de Yuri y sus ganas de llamar la atención a veces le molestaba un poco porque en ocasiones se comportaba como si Kamui fuera de su propiedad y hasta parecía insinuársele con continuas indirectas, eso, claro, a Momoka la ponía bastante nerviosa, pero ser mordía la lengua y aguantaba porque Yuri era su amiga y no quería presionar a Kamui, así que apretaba los dientes y sonreía como si no pasase nada.

Pero lo que tenía preocupada a Momoka era el recuerdo de una conversación que había tenido hacía unos días con Akira. Le extrañó que Akira la llamase de improviso y le pidiese quedar con ella, según decía tenía que hablar con ella de algo importante y si Akira tomaba esa iniciativa era que realmente sería importante.

Aun no podía dar crédito a lo que Akira le había contado: Yuri tenía problemas. Momoka miró a Akira incrédula pero según le fue contando todo lo que había pasado, como Yuri había acudido a él para pedirle esas pastillas y la solución eventual que se le había ocurrido, la convenció en su mayor parte. No era una gran solución, solo algo temporal, solo algo para ganar tiempo mientras buscaban como ayudarla.

Aquello era grave, no era una tontería, aquello podía llegar a convertirse en un problema muy importante. A Momoka no le había hecho ninguna gracia, sabía que Yuri ya había tenido algunos problemas con eso de las dietas y su obsesión por estar perfecta, sabía que era muy perfeccionista y que tenía miedo a no controlar su cuerpo, siempre lo decía, pero ella siempre confiaba en el buen juicio de su amiga, no podía ser que llegara a descontrolarse, era imposible, Yuri era inteligente, más inteligente de lo que la gente pensaba y era sensata y... no, seguro que no podía ser, seguro que Yuri sabía cómo controlarse, Yuri siempre sabía controlarse, Yuri era una chica segura de sí misma, si nunca le había faltado la confianza en ella misma ¿cómo podía ser que ahora Akira le contara aquello?

Hasta que no lo viera con sus propios ojos no estaría convencida del todo. Quizás esa era otra de las razones por las que no caía en la típica competición que siempre tenía con Yuri para ver a cuál de las dos hacía más caso Kamui, porque prefería observarla a ver que hacía, como se comportaba y hasta donde llegaba, pudiera ser que lo único que quería era llamar la atención.

Yuri se pidió un refresco light, eso no era muy extraño en ella, pero Momoka se dio cuenta de que apenas bebía, al contrario, repetidamente pidió agua y era más fácil verla beber ese líquido. Eso sí resultaba algo raro.

Tampoco la vio comer nada de los aperitivos que habían puesto, si la vio coger alguno pero disimuladamente lo dejaba por cualquier sitio.

Yuri iba mucho al servicio. En una de esas ocasiones, Momoka la siguió, esperó lo que consideró un tiempo prudencial, no es que fuera una cotilla que quisiera inmiscuirse en su vida, lo que pasaba es que se preocupaba no fuera a ser que le diera por vomitar. Ella misma se asustaba de sus sospechas, era algo exagerada, pero no lo podía evitar. Entró en los aseos con toda la naturalidad que pudo.

Yuri estaba frente a los lavabos, tenía un vaso de plástico en una de las manos y parecía a punto de tomarse algo.

—¿Qué haces? ¿Es que te encuentras mal?

—No, estoy bien ¿Por qué lo dices? —Yuri miró su mano donde tenía entre los dedos una pequeña cápsula— ¡Ah, por esto! No es nada, es solo una pastilla para no retener líquidos, me las ha recetado el médico.

Con sabor a mandarinaWhere stories live. Discover now