14. Una confusión y un plan

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Kenshi se levantó muy temprano, siempre lo hacía para poder sacar a pasear a Linda, su perrita, pero hoy era más temprano de lo habitual.

—¡Maldito Akira! —gruñía dando puntapiés a cualquier cosa que veía.

Toda la culpa la tenía Akira. Por su culpa se había pasado la noche teniendo pesadillas.

La tarde anterior salió a dar una vuelta con Hisoka, Jisei y Xu-Xu; las chicas habían decidido visitar a Sumire por eso de que había tenido una caída muy escandalosa y se la habían llevado al hospital, o sea estaban deseando saber qué es lo que le había pasado, si se había roto el pie o qué y por el camino se encontraron con Karasu que se unió al grupo.

En casa de Sumire les pilló la tormenta, así que la visita terminó alargándose hasta que Jisei recibió una llamada, era Ryuko, estaba muy angustiada, ella, Kyojin, Akira y Akane habían ido al instituto a recoger no sé qué cuando empezó la tormenta. Por lo visto el ascensor se había estropeado con Akira y Akane dentro. Esa situación les parecía divertida, claro, que, pensando en cómo se llevaban esos dos, empezaron a barajar la posibilidad de que al día siguiente tuvieran que visitarle en el hospital. Y de pronto Sumire, a pesar de tener un esguince y usar muletas, propuso ir a la puerta del instituto para ver qué pasaba y allí que fueron.

Cuando por fin salieron los atrapados, después de preguntarles miles de veces que habían hecho allí dentro y escuchar a Akane contando que, aunque resultase increíble tenía que reconocer que Akira había sido todo un héroe, que aguantó su ataque de ansiedad y lo mal que ella lo pasó, con aquel calor, que al final le produjo una lipotimia, por fin decidieron irse de allí.

"...

—Ya es tarde —dijo Akira estirándose—. Yo me voy por el parque, tengo ganas de pasear y respirar algo de aire puro.

—Te acompaño —añadió Kyojin y era extraño que no dijese que se iba con Ryuko—. Nos vemos mañana —Dirigió una sonrisa cómplice a la chica.

—Hasta mañana —respondió Ryuko

Ambos se giraron y empezaron a andar, Akira con sus manos en los bolsillos, Kyojin decidió abrir una bolsa de cacahuetes.

—¡Eh, Akira! —Le llamó Akane, el chico se detuvo y giró la cabeza—. ¿Sabes que he recordado algo? Espero decirlo bien... —carraspeó un poco—. "Adiós, adiós. Triste es la ausencia y tan dulce la despedida, que no sé cómo arrancarme de los hierros de esta ventana".

Akira se giró un poco más y continuó con voz suave y dulzona la improvisada escena.

—"¡Que el sueño descanse en tus dulces ojos y la paz en tu alma! ¡Ojala fuera yo el sueño, ojala fuera yo la paz en que se duerme tu belleza!"

—¡Qué bonito, que bonito! —Se emocionó Sumire—. ¡Aplaudid, chicas, que yo no puedo!

—Al final vas a ser una romántica, calabacita —sonrió Akira.

—Te digo que a Akane le gusta Akira —habló en voz baja Sumire.

—Yo también lo pienso —respondió también en voz baja Ryuko.

—¡Eh, figura! —gritó Kenshi—. A eso también se jugar yo.

"Por una mirada, un mundo...—la voz de Kenshi sonaba pomposa y más chillona que nunca—. Por una... sonrisa, un... ¿mar?"

Akira se acercó a él y le puso la mano en la barbilla, obligándole a mirarle. Clavó sus ojos en los de Kenshi, y volvió, a recitar con acento meloso.

Con sabor a mandarinaWhere stories live. Discover now