02. Una sanción pendiente

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Un gran silencio se hizo en esos momentos, parecía que todos esperaban el estallido. La profesora lanzó una mirada hiriente a Akira, éste, sintió esa mirada clavándose en el fondo de sus pupilas, se sentó algo más recto en su asiento y chasqueó la lengua tratando de disimular.

—Shikamoto —habló— ¿Se puede saber qué pretendes?

"Malo", pensó el chico, "cuando Nanao llama a alguien por su apellido nada bueno nos espera"

Nanao terminó de entrar en el aula y dejó las carpetas que llevaba ruidosamente sobre su mesa. La verdad es que no estaba enfadada pero le encantaba desconcertar a esos chicos.

—Esto, sensei —dijo el chico mientras se ponía en pie perezosamente—, ha sido un accidente, yo...

En medio del silencio un susurro llegó a oídos de Akane.

—¿No deberías hacer algo? —había dicho Ryuko.

Akane dio un profundo suspiro y se puso en pie.

—Sensei, la goma la he lanzado yo.

—¿Tú? ¿Y con qué propósito te dedicas a lanzar objetos?

—Pues...yo...quería...no sé, lo siento, ha sido un arrebato, se me cruzaron los cables...lo siento Shikamoto.

Akira también suspiró, por supuesto no iba a dejar que una chica cargase con toda la responsabilidad.

—Yo la provoqué, la culpa es mía, supongo que me merecía el gomazo.

—Bueno —Nanao miró a ambos y sonrió— ¡Tampoco es para tanto! Anda, sentaos, pero deberíais controlaros un poco, acabamos de empezar el curso y ya estáis como siempre y sois bastante molestos. En fin, pasemos a otro tema, chicos, hoy tenemos una sorpresa.

Un murmullo se dejó oír por la clase.

—A ver —continuó hablando Nanao— ¿Alguien ha tenido la idea de preparar el tema de hoy? —Los alumnos, que hasta ese momento seguían murmurando, quedaron en silencio—. Bien, así me gusta, en nuestra línea, de todas formas hoy no vamos a tener clase, va a ser algo más...

—¡Nanao-sensei! —interrumpió un chico castaño de pelo alborotado— ¿No nos harás un examen sorpresa, verdad?

—¡Kenshi, no grites! Aquí la única que grita soy yo ¡Y haz el favor de sentarte como las personas!

De nuevo se hizo el silencio.

—Sois, sin duda, la peor clase que tengo, que he tenido y que tendré nunca!

—Pues no creas, el instituto está lleno de adolescentes y somos más o menos todos iguales— comentó una chica de pelo largo, teñido de rojo y con aspecto de importarle todo bastante poco..

La mayor parte de los alumnos no pudieron evitar una risita.

—Perdona, Sumire —dijo la profesora mirando hacia la puerta—, pasa, pasa. A ver chicos, atenderme que tenemos una nueva compañera.

Todos miraron expectantes hacia la puerta, una chica delgada, morena, de pelo muy corto y rebelde, cara sonriente y ojos grandes de color violeta, asomaba su cabeza.

—Pasa —repetía la profesora—. A la mayoría ya los conoces.

—¡Sumire eres tú! —gritó entusiasmado un chico moreno de redondos ojos levantándose y señalándola.

—Sí, Genki, creo que sabe que es ella —comentó la profesora—. Siéntate y no te alteres. Bien, Sumire, preséntate para los que no te conozcan.

Con sabor a mandarinaWhere stories live. Discover now