29. Secretos y apuestas

47 8 3
                                    

Después de terminar todo lo que tenía pendiente Kamui acompañó a Akane hasta la salida. Por el camino se cruzaron con su madre.

—¿Te vas ya, Akane?

—Si señora, ya he puesto a Kamui al día.

—¿Te ha gustado el pastel?

—Muchísimo, estaba delicioso ¿sería muy impertinente por mi parte pedirle la receta?

—¡No, por dios! Se la daré a Kamui para que te la entregue. Espera un momento, no te vayas, por favor.

La madre de Kamui se marchó bastante deprisa, cruzándose por el camino con el padre.

—¿Ya te marchas? Tenías que haberme avisado Kamui para poder despedirla.

—No se moleste señor, por favor.

—¿Vives muy lejos?

—No demasiado, aunque vivo en la parte pobre de la ciudad. Vine en autobús con su sobrino, la verdad no sé si sabré volver. Momoka me ha hecho un plano pero no entiendo nada ¿Kamui, tú me podrías decir donde cojo el autobús?

—Kamui, acompáñala, no podemos permitir que se pierda.

—Oh, no hace falta, solo...

—Insisto. Además hace muy mala tarde, mi hijo no sería un caballero si te dejara ir sola ¿verdad?

—Sí, padre. No es molestia Akane, yo te acompaño.

—Coge mi paraguas, es más grande y os cubrirá mejor.

—Pero yo ya tengo...

—Señorita Akane, no me haga insistir, los Kaguya somos muy soberbios.

—Ya vuelvo —decía la madre—. Toma, querida, ponte esto —Mostró un gabardina que llevaba en las manos.

—Pero...

—Póntela, está lloviendo a mares.

—Pues muchas gracias por su amabilidad, señora Kaguya.

—Espero verte más veces por aquí, Akane.

—Muchas gracias por todo, señores Kaguya. Ha sido un placer conocerles.

—El gusto ha sido nuestro, jovencita. Cuídala, Kamui.

Decidieron ir andando. Kamui llevaba la cartera y el paraguas.

—Déjame llevar a mí el paraguas hombre, me siento como una inútil.

—Cuando me canse te lo doy ¿vale?

—Peor para ti, a veces hay que saber compartir las cargas, aunque puedas tu solo con todo.

—¿Eso ha sido una metáfora?

—Ha sido algo ¿A que me ha quedado bien?

—A mis padres les has caído bien.

—¿Tú crees? Deben pensar que soy un ser raro, seguro.

—Y a todo esto ¿Dónde vives?

—Tengo que ir primero a casa de Jisei, he quedado con ella para hacer los deberes, si no los hago hoy tengo el presentimiento de que no los haré.

—¿Y eso?

—Mañana voy a tener un día movidito, entre otras cosas tengo que ir al partido, acuérdate.

—¿Si ganamos vendrás a celebrarlo con nosotros?

—No creas que no me gustaría, pero va a ser imposible.

Con sabor a mandarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora