Cuánto más conocía a Casiano, más sentía que no sabía nada de él y más curiosidad me provocaba. Cada vez era mayor mi deseo de atravesar esa fría muralla que lo cubría y descubrir quién realmente era.

Pero si de algo estaba segura últimamente, era que nunca se terminaba de conocer a una persona, de lo mucho que te pueden sorprender.

Después de todo, no fue hasta hace unas semanas que supe de los sentimientos de Jesse.

♥ ♥ ♥

—¿Estás segura? —preguntó Blanca la noche del martes.

—Estoy segura —respondí desde la cama, donde había armado una especie de fuerte con tazas de té, galletas de chocolate y Netflix.

—Pues yo no estoy segura —dijo indecisa, ajustando la toalla alrededor de su cuerpo, todavía caían gotas de agua por su cabello rubio—. No quiero dejarte sola.

—Voy a estar bi... —quise asegurar con firmeza, pero un ataque de tos me lo impidió—. Estoy bien. Tengo comida, medicina y series.

—Mierda, no quiero —se quejó sentándose en la cama—. ¡Para colmo esos dos que se fueron de viaje!

—No te molestes con Alec y Manu, ellos tuvieron que ir de excursión con su curso —dije recordando que nuestros hermanos fueron a hacer un trabajo de investigación en una estancia en el interior de la provincia. Después de todo ambos estaban estudiando Ingeniería Agrícola.

—Lo sé —suspiró—, ¿pero justo ahora que vos te enfermaste? ¿Sabés qué? No voy a ir y me importa un pepino la reunión del jardín. Oli está en la pijamada de su amiguita así que vamos a hacer una maratón de Once Upon Time.

—Blanca, no seas boba. Tenés que ir a la reunión de padres y maestros.

—Pero...

—Pero nada. Voy a estar bien, es sólo un resfrío —insistí pateándola fuera de la cama—. Vamos, juira, juira.

—Bueno, bueno —suspiró resignada, levantándose de la cama—. Pero antes voy a hacer una llamada.

Para cuando Blanca estuvo lista para irse y yo aún me decidía qué ver, el timbre sonó y un momento después Jesse estaba en la puerta de mi habitación.

—Con permiso —dijo dando unos golpecitos en la puerta abierta—. Wow, te ves horrible.

—¡Jesse! —grité escondiéndome debajo de las sábanas. Él tenía razón, me veía horrible con mi nariz y mejillas rojas, mi cabello despeinado y mi pijama viejo—. ¿Qué hacés acá? Andate.

—No puedo —respondió y aunque no podía verlo, sabía que estaba sonriendo—. Me contrataron como niñero.

—¿Qué...? ¡Blanca! —volví a gritar saliendo de entre las sábanas.

—Te dije que no te iba a dejar sola —sonrió desde la puerta—. Tengo que irme así que sé una buena chica. Si no se porta bien, podés castigarla —le dijo a Jesse con un guiño y salió de la habitación—. No me esperen —gritó y un momento después escuché el golpe de la puerta.

La odiaba tanto.

♥ ♥ ♥

Acababa de sonar el bloque publicitario cuando el teléfono de la radio vibró con una llamada.

—¿Podés con eso? —preguntó Casiano.

—Claro que sí —respondí contestando el teléfono con más seguridad de la que sentía. La verdad era que estaba un poco cansada pero no podía dejar mi trabajo—. Hola. Estás al aire en Stereo Hearts.

Las canciones de CelestinaWhere stories live. Discover now