«Trente-six»

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«Trente-six»– quatre,cinq six. Laissé moi partir.

Adriana entró corriendo a su casa, el frio se calaba con fuerza sobre cada extremidad de su cuerpo, ella era conciente que el haberse ido sin decirle ninguna palabra lo habia seguro sacado de sus cabales, pero tambien era plenamente conciente de que el plan de Dios aún no estaba completo, conocida a Adiel  desde su dulce niñez y lo amaba, lo amaba a tal grado de dejarlo ir y verlo con otras.. Sabia perfectamente que no era mostrandole sus sentimientos que el aceptaria estar con ella sin ultrajarla y destruir lo bello que Dios habia echo en ella.

Alzo sus manos que estaban enfundadas en unos pequeños guantes rojos muy coloridos y sonrio. Era claro que el estaba enamorado de ella, tanto como ella trabada de esconderlo, sonrio como jamas lo habia echo, sus mejillas se llenaron de ese tipico rojo que la distinguia. Suspiro sacudiendo su cabeza,  e introdujo la llave en la cerradura y entro.

Se quito sus  botas, su chaqueta y los famosos accesorios que Adiel habia puesto sobre ella, sus manos ya no estaban tan rojas como cuando estaba con adiel, habian rotomado su tipico palido color de siempre.

¿Donde estabas?.—oyó esa ya tan concida  voz de siempre, se sobresalto cuando vio sus ojos cargados de enojo y rabia.—Papa no ha dejado de preguntarme por ti.

David suspiro mientras suavisaba su mirada y se acercaba a su hermana y tanteaba su rostro.—¿le dijiste?.—pregunto indeciso, confiado de que su hermana habia echo lo correcto. Ella asintio se alejo un poco de su hermano, empezo a caminar en direcion a su habitacion, mas sin ella darse cuenta se encontraba recostada contra el barandal.

David corrio justo a tiempo y la atrapo, su semblante cambio cuando puso sus manos a el arrededor del cuerpo de su hermana, rapidamente la alzo cargandola como si de un bébé de tratase, adriana pataleo pidiendo entre quejas que la bajase, mas su hermano se negaba, sabia la causa de aquel pequeño mareo que su hermana trataba de esconder.

Debiste cuidarte mas.—susurro David con los ojos nublados.—sabes que no puedes exponerte asi..—acaricio el rostro de su pequeña princesa. Adriana rodo los ojos y se acomodo mejor en los brazos de su hermano, de su corona amada.

Estoy bien.—chillo con su vocesita mientras una pequeña tos brota de ella con demaciada fuerza, los ojos de David se abrieron grandemente, hizo el amago para ponerse de pie mas ella lo retuvo negandose rotundamente a obedecer a la orden que los ojos de su hermano le ordenaban.—dije que estoy bien, solo es una tos, estuve mucho tiempo afuera sabe que soy mala para el frio. Estoy Bien.

David asintio, camino hasta la puerta y antes de irse la observo.—Papa, quiere que dejes de verte con..—no termino su frase cuando vio a su padre entrar furioso, con una mirada asecina le pidio a David salir, aquel asintio y con una mirada de lastima dirigida a su hermana salio del cuarto cerrando con delicadesa la puerta.

¿!Con quien estabas?!.—su padre alzo la voz, acercandose a ella con una mirada cargada de enojo y preocupacion.—llame a tu telephono, y no respondiste sabes lo preocupado que estaba.—su mirada cambio a una dulce y protectora.

No tenia mi telphono.—alzo sus hombros mientras golpeteaba el lado de la cama pidiendole a su padre que se acercara.—y estaba con Adiel.—susurro, sabia lo poco que su padre amaba a es chico, no habia una razon exacta lo claro era, que su padre lo odabia, de una manera inimaginable.

Sabes que te prohibido ver a ese chico.—su mandibula se apreto a tal grado que sus dientes rechiñaban.—¿quieres sufrir como sufrio tu madre?.—indago lleno de ira e impotencia, no queria de ninguna manera ver a la perla de sus ojos sufrir por un hombre que no amara a Dios, asi como el hizo sufrir a la que en alquel momento era su esposa, el hubiera querido no haberla echo sufrir como lo hizo.

Me enamoré de una chica Pentecostal © [1]  BORRADOR COMPLETO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora