—Perdón, pero vas a tener que esperarme a que terminemos de guardar el equipo antes de llevarte a tu casa —dijo y sus ojos aún brillaban por la euforia del show—. Por lo que sé, Renzo y tu melliza desaparecieron hace rato y tus hermanos se van de after con unos amigos.

Dejé escapar un pequeño gruñido, ya quería desesperadamente tirarme en mi cama para que el mundo deje dar vueltas.

—Yo puedo acompañarte —se ofreció Jesse, entendiendo hasta mis gruñidos—. Podemos tomar un taxi.

En ese momento, mi compañero reparó en Jesse y lo fulminó con la mirada. Esas miradas de Casiano daban miedo, pero mi amigo contrarrestó con una expresión de desafío. Casi podía ver los rayos entre ellos como en los dibujitos. O quizás el alcohol me estaba haciendo ver cosas raras.

—¿Y este gallego quién es? —preguntó.

—Soy de Madrid, no de Galicia —lo corrigió Jesse.

—Casiano. Él es Elliott —dije usando el apellido de Jesse, como él acostumbraba—, mi mejor amigo. Nos conocimos por internet y al fin pudo venir a visitarme...

—¿Así que no lo habías conocido en persona hasta ahora? —preguntó, estudiando a Jesse —. Ni loco te dejo ir con este tipo.

—No quiero ser prejuicioso, pero tú no tienes un aspecto muy... confiable, tío —respondió Jesse, señalando los piercings y tatuajes de Casiano.

—No voy a dejar que se vaya con alguien que no conoce la ciudad. Vamos —dijo y me tomó de la mano, llevándome hacia los bastidores.

Casiano estaba caminando demasiado rápido y yo estaba cada vez más mareada, pero su mano me sujetaba fuerte y no me dejaba caer. Demasiado fuerte tal vez.

—Casiano, duele. Casiano esperá. Me estás lastima...

No terminé la oración que él me soltó como si mi piel fuera fuego, haciendo que tropiece un poco.

—Pe-perdón, Celeste —su voz tembló un poco.

—¡Cele! —gritó Jesse alcanzándonos.

—Tal vez deberías ir con él —dijo mi compañero repentinamente, señalando a Jesse quien ya estaba a mi lado.

—Vamos, Cele. Busquemos un taxi —estaba diciendo Jesse, pero yo no podía quitar mis ojos de Casiano.

¿Por qué reaccionó así? ¿Por qué sus ojos tenían un brillo aterrado, como un rayo cortando el cielo? ¿Y por qué me sentía fascinada al ver esa grieta en él?

—No, me voy con Casiano —respondí y me pareció graciosa la forma en la que ambos exclamaron un "¡¿qué?!" al mismo tiempo—. Vos prometiste llevarme y ahora me siento mareada por culpa de tu Fernet. Así que te vas a hacer cargo de tus actos y vas a llevarme.

Miré de forma desafiante a Casiano, mientras él solo cambiaba su expresión atemorizada por una sorprendida y luego por una débil sonrisa resignada. Tantas expresiones en un rostro que antes era tan frío. Tantas otras que deseaba descubrir.

—Cele... —comenzó a decir Jesse, pero yo me di vuelta y lo abracé. Por la confusión no lo había demostrado, pero estaba realmente feliz de por fin verlo y poder tocarlo. Me permití derretirme un poco entre sus brazos.

—Perdón, pero tengo que irme —le dije, apretando un poco mi agarre y luego lo solté—. ¿Te parece si nos vemos mañana... bueno, hoy a la tarde?

Jesse simplemente me miró con una mezcla de sorpresa, felicidad y algo de enojo por lo de recién.

—Avísame cuando llegues, ¿sí? —respondió y se despidió con un beso en mi mejilla y una mirada asesina a Casiano—. Más te vale que llegue bien a su casa.

Las canciones de CelestinaWhere stories live. Discover now