Capítulo cuatro| Las opciones.

121K 5.9K 2.4K
                                    

Kyara

Llegamos a una bodega en medio del desierto, miro a los lados y no veo señales de vida. Miles de ideas de lo que Nea me puede hacer se cruzan por mi cabeza; desde violarme hasta cortarme en pedacitos.

— Ven. — Me observa con una mirada que le daría miedo hasta al mismísimo Rambo.

Mi cuerpo se queda paralizado, en esa bodega podría masacrarme cruelmente... Bueno, realmente podría hacerme miles de cosas  y en cualquier lugar.

Decido seguirlo y entramos a la bodega, logro ver dos camiones enormes y me percato que hay un segundo piso en donde logro ver que hay sillas y personas. Nea me guía hacia la parte de arriba y subimos las escaleras.

— ...Creímos que jamas llegarías. — Le dice un hombre rubio de ojos azules muy simpático. — Oh, no me digas que querías disfrutar tu solo la mercancía. — Le da una sonrisa de picardía.

— No digas tonterías... — Responde Nea con una pequeña sonrisa.

—...¿Qué harás con ella? — Pregunta el mismo hombre de la fiesta con su misma cara de malote.

Nea me mira antes de responder: — Aún no lo se. —  Me vuelve a ver y me guía hacia una oficina con puerta.

Yo solo camino pues quedarme con el rubio y el malote tampoco es una muy buena opción. Abre la puerta y me hace entrar primero.

— Sientate. — Me siento en una silla que se encuentra en frente del escritorio.

Es una pequeña oficina.

— Escucha, te estarás preguntando el porque estas aquí y porque no te han llevado con las demás... — Habla mientras se sirve una copa de alguna bebida alcohólica. — Pues simplemente me agradaste y decidí que quería que te quedaras conmigo. — Lo dice de una manera tan natural y tranquila que me sorprende y a la misma vez me ofende, ¿acaso soy algún objeto?

Trató de que mi cerebro procese lo que este hombre me ha dicho. Él quiere que me quedé a su lado pero, ¿con qué fin?

— No pienses cosas que no son, no nos casáremos ni te obligaré a que estés conmigo, yo no soy tan mala persona. — Dice con una sonrisa que dice todo lo contrario.

— ¿Y cuáles son esas opciones? — Pregunto con cierto miedo pero intento ocultarlo.

— Puedes decidir quedarte conmigo, estarías rodeada de lujos y tendrías todo lo que tu quisieras. — Bebe de su copa.

— ¿A cambio de qué?

Él me mira con una expresión curiosa: — A cambio de que me cumplas como mujer.

— ¿Aa q-qué te refieress con esso? — Pregunto asustada.

— Vamos, no te vengas a ser la inocente conmigo, como mi mujer me refiero a que siempre estés ahí apoyándome... — Me mira fijamente. — A que me des mucho sexo. — Me sonríe coqueto. — Y que seas una buena compañera....

— Debes de estar bromeando ¿verdad? — Pregunto incrédula.

— ¿A qué te refieres con eso?

— ¿Por qué un hombre como tu quiere a alguien como yo?, me refiero a que de seguro tienes a muchas mujeres tras de ti, mujeres mejores que yo...

— Todas ellas son unas putas fáciles... — Dice con asco. — Además yo considero que hacerlo con una colegiala es más interesante... — Dice con un tono seductor y la voz más gruesa.

No se ni que responder, no se ni siquiera si esta hablando en serio además me siento ofendida.

— La segunda opción es que puedes irte con las otras chicas, lógicamente te prostituirán o te venderán a algún millonario desesperado, si yo fuera tu pensaría bien, porque esta oportunidad jamás volverá. — Me mira serio.

Si me quedo con él tendré supuestamente todo, pero también estaré llena de peligros, pero si me voy me prostituirán, y a la mejor si me quedo con él lo atrapen y a mi me lleven sana y salva de vuelta a casa, solo es cosa de esperar.

— ¿Qué tan peligroso es quedarme contigo?

— Mientras estés conmigo no te pasara nada, eso te lo aseguró.

— Me quedó contigo.  Digo rápidamente pero con muy poca seguridad.

— Tomaste la mejor decisión. — Sonríe satisfecho. — Pero hay ciertas reglas que quiero que cumplas:

Regla número uno: No puedes estar cerca de ningún otro hombre que no sea yo.

Regla número dos: Tienes que hacer lo que yo te pida.

Regla número tres: No te metas en ninguno de mis asuntos.

— Si sigues esas sencillas reglas no te haré nada, ahora vámonos que hay mucho que hacer.

Salimos de la oficina

— Ricky, me quedare con ella saquenla de la lista. — Dice refiriéndose al chico rubio simpático. — Y Marcus quiero que preparen la mercancía que saldrá hoy en la noche. — Le dice al chico con cara de malote.

— Oye Nea, ¿no crees que quedarte con ella es peligroso? — Pregunta el malote.

— ¿Crees que para mi hay peligros? — El malote se pone pálido diciendo como respuesta >>No << — Eso pensé, ahora a trabajar los veo en la noche.

Nea y yo salimos de la bodega y nos volvemos a subir a su auto.
Volvemos a pasar la misma carretera que parece sacada de una película de terror.

Creo que volvemos a la ciudad pues ya veo bastantes edificios, nos desviamos en un camino de tierra rodeado de árboles gigantescos. Al final de ese camino veo una enorme mansión la cuál es hermosa.

— ¿En dónde estamos? — Preguntó curiosa.

— En mi casa, en donde más.

Entramos a su casa la cual esta llena de cosas finas y caras.
Subimos las escaleras y de inmediato captó para donde vamos.

— Esta será nuestra habitación. — Mi corazón se acelera, y no es por emoción, si no por miedo, ciertamente era una zorra con toda la expresión de la palabra, pero siempre elegí con quien lo quería hacer.

— Pasa, no te matare. — Dice muy divertido.

Entramos los dos y me doy cuenta de lo gigantesca que es, tiene una cama enorme y muebles realmente lujosos.

Él se comienza acercar a mi y me abraza de la cintura mientras me comienza a besar él cuello.

— ¿Tiene qué ser ahora? — Preguntó mientras lo intento separar un poco de mi.

— Si. — Responde con la voz más gruesa.

Me acuesta en la cama y empieza a quitarse la playera gris que tenia, logró ver su trabajado cuerpo, rápidamente se posiciona arriba de mi y me besa.

Mi cuerpo tiembla de miedo, sus besos bajan a mi pechos, me quita mi blusa y rápidamente mi brasier, sus manos tentonean mi cuerpo, y aunque esta más claro que ya no soy virgen me es difícil aceptar que tengo que estar con él a la fuerza.

Al Lado Del MafiosoWhere stories live. Discover now