-Jane, abre la maldita puerta. –dijo Stefan.

-Déjala matarla... nos haría un favor a todos. –dijo Damon.

Stefan lo miro mal, y volvió a intentar abrir la puerta, pero al instante quito las manos.

-Es bastante inteligente poner verbena en la puerta, y tengo que admitirlo. –dijo Caroline.

-Esto no es gracioso. –dijo Stefan.

-No, es divertido de hecho... no ha dejado de gritar en media hora. –dijo Damon. –Debería de grabarlo para repetirlo muchas veces.

-Damon, no estás ayudando. –dijo Elena, e intento abrir la puerta, pero también se hirió por la verbena. –Matt... -le pidió ayuda a un humano.

Matt se acercó, mientras que los gritos de Katherine torturaban los oídos de todos. Pero antes de que abriera la puerta, Connor apareció, recargando la palma de su mano en la puerta, obstruyendo el paso.

-Lo siento, no van a abrir esta puerta. –dijo, y no parecía sentir dolor y la verbena muy y apenas le hacía cosquillas.

-Connor... -musito Elena mirándolo.

Pero al parecer la mirada de Elena no significaba nada para él, porque Connor simplemente desvió su mirada de la de Elena, mientras que los gritos de Katherine dentro parecían hacer eco en casa rincón de la casa.

Elena subió al primer piso molesta, y salió de la casa. Y luego los demás siguieron su ejemplo, por que preferían estar fuera de casa que quedarse a escuchar el espectáculo que Jane estaba creando.

*

Elena se sentó en el bar del Grill, junto con Damon.

-¿Y, que se siente tener una hermana? -pregunto Elena mirando a Damon, con una sonrisa de emoción en el rostro. –Es decir, Jeremy nunca ha mencionado nada...

-Es... insoportable. –dijo Damon. –Se queja por todo y es terca, aparte de que ahora está en casa torturando a mi ex novia.

-Tampoco estoy de acuerdo con eso. –murmuró Elena. –Torturar a Katherine no es la solución...

-Si hubiera asesinado a mi madre yo también la mataría. –murmuró Damon, contradiciendo a Elena. –Y admítelo, si fueras tu Jane...

-Matar es muy diferente a torturar. –contrarresto Elena. –Es decir... ¿escuchaste sus gritos?

Damon asintió levemente, en eso tenía razón. Quizás Jane solamente debería encajarle una estaca a Katherine y fin del problema.

Damon miraba a la nada, pensando en la inmortalidad del cangrejo, cuando Elena sintió un leve pinchazo en el brazo y como silenciosamente la verbena hacia que se quedará dormida.

-Quizás Katherine esta mejor con Jane que con Davos, ¿no crees? Es decir, Davos es un enfermo de la tortura y amaba a la madre de Jane. –dijo el vampiro sus teorías, sin darse cuenta que un vampiro rápidamente se había llevado a Elena. -¿Elena?

Cuando se giró, lo único que pudo ver fue como los vampiros de Davos se la llevaban por la puerta.

*

-Ya basta. Stefan. –dijo Jane, mientras que limpiaba sus manos en el fregadero del baño.

-No puedes torturar a Katherine así... -insistió Stefan. –No eres igual que ella.

Jane odiaba que la agobiaran, y que le dijeran que era lo que tenía o no que hacer. Y Stefan empezaba a ser un verdadero dolor de cabeza.

-No, no soy igual que ella. –dijo, tratando de guardar la paciencia.

Jane SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora