"Errores" Parte III

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Sin contenerme, la abrace. Ella ni siquiera trato de separarse de mí. La sentía destrozada. Me hubiese gustado decirle algo, verla sonreír. Pero no tenía una sola palabra que decir. Las explicaciones solo agravan la falta. Y la mía había sido muy grave.

- ¿Seremos amigos? - me pregunto separándose un poco de mi.

- No puedo ser tu amigo- le dije. Y no mentía.

- Está bien- susurró algo decepcionada- lo entiendo... yo... lamento todo el daño que te hice... fui una mala persona...

- No lo fuiste - le corregí - Jamás lo has sido. Solo eres tú.

Ella suspiro. Se termino de separar de mí y sentí que los ojos me picaban. Sentía que se me escurría entre los brazos sin haberla tenido jamás verdaderamente. Ella era mi vida y mi todo, y no sabía en qué punto las cosas se habían complicado tanto.

- Yo... tengo que hacer- dijo de pronto- Debo irme.

- No te vayas - suplique.

- Es preciso - me dijo, sin mirarme.

Luego de un momento en silencio, ella se volvió a mí con furia. Toda su aparente quietud se había disipado. Sentí dolor cuando se me acerco y su nariz se arrugo, sintiendo el aroma ajeno.

- ¿Porque te acostaste con ella? - pregunto temblorosa.

La pregunta me tomo por sorpresa y me quede helado. No es que no la esperaba, pero sus cambios de humor me tenían consternado. Primero no decía nada, y quería ser mi amiga y ahora me pedía explicaciones. Me tense y no supe que decirle.

- Porque soy un maldito pendejo - fue lo único que se me ocurrió.

Vi un dejo de decepción al escucharme.

- Pensé que me dirías que no lo habías hecho - murmuro con tristeza.

La mire con una tristeza infinita. Sentía que en cualquier momento las lágrimas se me escurrirían por los ojos. Ella siguió atacando.

- ¿No debería quejarme, verdad? al fin y al cabo eres lo que yo buscaba. Ni más ni menos, con la simple diferencia de que pensé que terminarías siendo para mí. No lo fuiste. Sé que yo me lo busque, pero hubiese deseado que al menos tuviésemos una oportunidad... o algo... Ahora ya es demasiado tarde. Vete con Tanya. Ella es una maldita tanto o más que yo. Ten cuidado. Solo espero que tu novia no salga herida de todo esto.

- Tu bien sabes que no tengo novia. No podría tenerla - le recrimine.

- Bueno, novias no, ¿pero si amantes? Que interesante- me dijo algo irónica.

- Yo hubiese querido que fueras tú... - susurré.

La vi estremecerse ante mis palabras. Me miro con una mirada inexorable. Pero rápidamente se compuso y siguió hablando.

- Eso no es una excusa y lo sabes. De nada vale. Por favor no hables algo así, me descompone. Yo misma he dado esas excusas y no son más que eso. Excusas. No las quiero.

- ____ - intente por última vez. Pero no dio resultado.

- Adiós James. Espero que esta vez sí podamos hacer las cosas bien. Yo... prefiero tenerte como amigo a no tenerte en absoluto. Aunque me queme en el intento.-

La vi alejarse y subir a su coche. Debía detenerla. Debía gritarle y decirle que todo no era más que un error. Que la amaba con mi vida y que nada cambiaría eso. Que mi cuerpo era solo suyo aunque mi mente la traicionara. Quería que me golpease o me dijese algo malvado e hiriente. Que me perdonara.

Pero no dije nada. Me quede estático viendo como se alejaba - otra vez- mientras varios ojos me taladraban a mis espaldas, esperando mi reacción. Pero esa reacción no llego. No la tuve. En vez de eso, camine hasta la sala, en donde estaba Cathy, mirándome con preocupación. Una vez que me tuvo en sus brazos, no lo resistí.

Llore amargamente, con lágrimas de sangre. Nunca en mi vida había llorado tanto. Esta vez era definitivo. La había perdido. Aun sin haberla tenido nunca. No había esperanza. Y esta vez, el culpable había sido yo. Había cavado mi propia tumba.

- Tú te lo buscaste Maslow - me dije a mi mismo, sumiéndome en la más negra de mis noches.


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